En visita por primera vez en la Amazonía, el papa Francisco instó a Perú a defender este pulmón verde del planeta, respondiendo al pedido de ayuda de los indígenas con los que se reunió en Puerto Maldonado.
«Probablemente los pueblos amazónicos originarios nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora», dijo el pontífice, que lamentó «las hondas heridas que llevan consigo la Amazonía y sus pueblos».
Llegado a Puerto Maldonado, en el sureste peruano rodeado de selva, el papa argentino fue directamente hasta el Coliseo, un edificio donde le esperaban impacientes unos 3.500 indígenas peruanos, pero también bolivianos y brasileños.
El papa fue recibido con cantos y danzas de diferentes tribus, con sus vestimentas tradicionales, algunos de ellos coronados con plumas y collares de colmillos de animales.
Tras oír a los indígenas contarle las amenazas que pesean sobre sus tierras ancestrales, el papa tomó la palabra para denunciar «la fuerte presión de los grandes intereses económicos que dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales» sobre esta inmensa selva.
También criticó las políticas, que en nombre de la conservación de la selva, «acaparan grandes extensiones de bosques y negocian con ellas», «oprimiendo a los pueblos originarios» y expulsándolos de sus tierras.
«Hemos de romper el paradigma histórico que considera la Amazonía como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes», dijo el papa argentino.
Los pueblos originarios esperan que el papa se convierta en su abogado defensor: «Le pedimos que nos defienda», pues «los nativos somos sobrevivientes de muchas injusticias», dijo Yésica Patiachi, del pueblo Harakbut.
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