Se trata de Marielle Franco, de 38 años. Le dispararon cinco veces en la cabeza mientras viajaba en un auto. La principal hipótesis es la de una ejecución.
Es muy difícil escribir a esta hora. Me tiemblan las manos, no acierto las teclas. La primera noticia la recibí de Carol, presidenta del PSOL (Partido Socialismo y Libertad) de Río de Janeiro: «Acribillaron a balazos a Marielle», me dijo por teléfono.
Lo primero que piensa un periodista que recibe una noticia así es en hacer su trabajo, sentarse frente a la computadora, escribir, llamar a la producción del noticiero, pero la familia todavía no lo sabía y no podíamos contarlo hasta que ellos lo supieran. Marielle era nuestra amiga, nuestra compañera, una persona maravillosa, honesta, valiente, buena. Ahora ya puedo decir su nombre, porque la familia ya lo sabe, y es como si eso hiciera que sea verdad, que sea irreversible, que tengamos que creerlo: Marielle Franco, concejal de izquierda, dirigente de derechos humanos nacida en la favela da Maré, militante negra y feminista, socióloga, fue ejecutada a tiros a las 21.30 en el centro de la ciudad.
El chofer del auto en el que viajaba, Anderson Pedro Gomes, también murió. Una de sus asesoras, Fernanda, sentada en el asiento de atrás, sobrevivió y está siendo atendida en el Hospital Souza Aguiar. La ventana del lado del auto donde viajaba la concejal fue completamente destruida por los tiros. Nueve tiros. Cinco fueron directamente a su cabeza. Es lo que se sabe hasta ahora, informaciones preliminares, no mucho más.
Poco antes de morir, Marielle había denunciado públicamente que la policía militar seguía matando impunemente, porque la pena de muerte, en Brasil, no está en la ley pero funciona en la práctica. «Paren de matarnos», decía la imagen que publicó en Instagram hace cuatro días. Se refería a lo que estaba pasando en la favela de Acari, que conoce, conocía, porque conocía todas las favelas de la ciudad, donde siempre estuvo presente defendiendo los derechos de sus habitantes. Cuesta usar el tiempo pasado. «El batallón 41 de la policía es el batallón de la muerte», escribió Marielle, y agregó: «Basta de matar a nuestros jóvenes».
Aún no es posible afirmar con seguridad cuáles fueron los motivos del crimen y quiénes sus autores, pero todo huele a podrido, a mafia. Marielle acababa de salir de una actividad política, una reunión de jóvenes negras, en el barrio de la Lapa. Un auto paró al lado del suyo y comenzaron a disparar. Arrancaron y se fueron. No se llevaron nada. No parece haber sido un asalto.
La principal hipótesis de la Delegación de Homicidios, a esta hora, es una ejecución.
Marielle era concejal por la izquierda, dirigente de una favela, socióloga, y una persona increíble, buena, generosa, inteligente, valiente. La mataron a tiros. Hijos de puta. No lo puedo creer.
¿Quién era Marielle?
Tenía 38 años y fue electa concejal en 2016, en su primera vez como candidata. Fue un fenómeno social maravilloso. No era una política tradicional, no era famosa, no tenía dinero para su campaña, ni estructura, ni punteros, ni nada de lo que los políticos tradicionales tienen, pero su nombre empezó a crecer de boca en boca, en todos los barrios. Al principio, la duda era si conseguiría ser electa. En las últimas semanas, lo que todos nos preguntábamos era si llegaría a ser la más votada.
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