Por segundo día consecutivo, los miembros de dos familias indonesias fueron protagonistas de explosiones en los que siete de ellos perdieron la vida en un ataque a una comisaría y en otro hecho que, según las fuerzas de seguridad, fue un atentado fallido.
Tres muertos e igual cantidad de heridos causó la explosión de una bomba mientras era manipulada en una vivienda habitada por una familia de seis personas, un matrimonio y sus cuatro hijos, y la posterior represión policial.
La primero explosión ocurrió en un departamento ubicado en las inmediaciones de una comisaría en Siduarjo, a unos 11 kilómetros al sur de Surabaya, indicó a EFE el portavoz de la policía de la provincia de Java Oriental, Frans Barung Mengera.
El vocero policial explicó que tras la explosión, en la que murió la mujer y uno de los hijos, las fuerzas de seguridad ingresaron a la vivienda y encontraron al padre de la familia manipulando el interruptor de un explosivo, por lo que fue abatido.
«El sospechoso fue abatido con el interruptor en la mano», confirmó Mengera en conversación telefónica con la mencionada agencia.
La Policía especula con que la explosión fue por un error y, en realidad, la pareja pretendía atentar en otro lugar, en lo que se supone que es un hecho relacionado con los atentados ocurridos contra iglesias cristianas durante la misa del domingo por la mañana.
Casi en simultáneo, cuatro atacantes suicidas murieron, y diez civiles y policías resultaron heridos en un atentado explosivo a una comisaría de la misma.
El jefe de la Policía Nacional, Tito Karnavian, indicó que la bomba estaba oculta en dos motocicletas que eran conducidas por cuatro personas de una misma familia, entre ellos una niña, y que al llegar al control de seguridad de la entrada de la comisaría el artefacto fue detonado por los suicidas.
El portavoz de la policía dijo que la niña, que tiene 8 años, sobrevivió a la explosión, y cuatro policías y 10 civiles resultaron heridos.
Pese a que los hechos no fueron reivindicados por ningún grupo, tienen mucha similitud con los atentados que ayer sacudieron tres iglesias cristianas en esta misma ciudad y que también estuvieron protagonizados por los miembros de una misma familia.
Los ataques, que tuvieron como blanco una iglesia católica, una pentecostal y una protestante, fueron reivindicados por el Estado Islámico (EI), y se transformaron en la peor agresión contra la minoría cristiana en Indonesia desde el año 2000.
Entre los muertos se encuentra un niño de 10 años y el número de heridos ascendió a 45, en un atentado sin antecedentes por el uso de mujeres y niños.
Indonesia, un país de mayoría musulmana donde el 88% de los más de 260 millones de habitantes practican el Islam, estableció la máxima alerta semanas antes del Ramadán, que comienza mañana, porque son fechas elegidas por yihadistas para cometer atentados.
Además, Indonesia ya sufrió varios atentados yihadistas, entre ellos el perpetrado en la turística isla de Bali en 2002, que causó 202 muertos.