El líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, llegó a Singapur para una cumbre con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, histórica pero de resultado incierto tras décadas de desconfianza entre el aislado país con armas nucleares y la superpotencia.
El arsenal nuclear de Pyongyang, que le ha valido varias tandas de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU y amenazas de acciones militares del gobierno de Trump, será el eje central de la agenda.
Poner un punto final formal a la Guerra de Corea, 65 años después del fin de las hostilidades también estará sobre la mesa en el primer encuentro de la historia entre el líder norcoreano y un presidente en ejercicio de su “enemigo imperialista”.
Kim llegó a Singapur a bordo de un 747 de Air China que según la página web de registro de vuelos Flightradar24 despegó de Pyongyang por la mañana con destino a Pekín antes de cambiar el número de vuelo una vez ya en el aire para dirigirse hacia el sur.
El ministro de Relaciones Exteriores de la ciudad-estado, Vivian Balakrishnan, tuiteó una foto de sí mismo saludando en el aeropuerto al líder norcoreano, que fue conducido desde el aeropuerto de Singapur hasta el centro de la ciudad en una limusina acompañada por un convoy de más de 20 vehículos.
Kim tenía previsto reunirse con el presidente de Singapur, Lee Hsien Loong, el domingo por la tarde, anunció el ministerio de Relaciones Exteriores, mientras Trump todavía estaba viajando desde Canadá a bordo del Air Force One tras haber abandonado la cumbre del G7.
La cumbre del martes en Singapur es el clímax de una espectacular ofensiva diplomática reciente en torno a la península de Corea, pero muchos críticos advierten sobre los riesgos de que sea un triunfo de la forma sobre el fondo.
Washington exige una desnuclearización completa, verificable e irreversible de Corea del Norte pero hasta ahora Pyongyang sólo ha prometido públicamente un compromiso con la desnuclearización de la península, un término difícil de interpretar.
Los dos países llevan décadas enfrentados. Corea del Norte invadió el Sur en 1950 y desató una guerra en la que Corea del Sur fue asistido por un contingente de la ONU liderado por Estados Unidos, que se enfrentó a las tropas de Pyongyang, ayudadas por Rusia y China. El conflicto terminó con un armisticio que selló la división de la península sin un tratado de paz.
El año pasado realizó el ensayo nuclear más potente de su historia y probó misiles capaces de alcanzar el territorio continental de Estados Unidos, atizando las tensiones, que llegaron a niveles nunca vistos cuando el recién electo Trump intercambió amenazas e insultos con Kim.
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