c. La delegación estaría compuesta por Alejandro Werner y Roberto Cardarelli, ambos encargados, en Washington, del “caso argentino”. La misión estará en Buenos Aires la semana próxima. En lo formal vienen para participar a una reunión del G-20. Pero el viaje -en realidad- será aprovechado para consolidar el apoyo del Fondo Monetario al gobierno de Macri.
Estarán sólo 48 horas. El fin de semana del 21 y 22 de julio. El equipo de tecnócratas se reunirá con el dúo de funcionarios que manejan los hilos de la economía: Nicolás Dujovne y Luis Caputo.
Los funcionarios del FMI también quieren conocer los detalles de cómo la Argentina instrumentará el drástico recorte fiscal que el propio ministro de Hacienda ha calculado en 300.000 millones.
Pretenden, además, tomar -en forma reservada- contacto con referentes claves de la oposición. Concretamente, apuntan a explorar la viabilidad política efectiva que puede tener el apoyo del peronismo al plan de ajuste de Macri.
Según confirmó Clarín ya hubo tratativas informales desde Washington. Los referentes peronistas enviaron este mensaje: pueden acompañar la aprobación del Presupuesto, como pretende el gobierno, pero no compartir el costo político.
Lagarde tiene previsto mantener un encuentro a solas con el Presidente. La directora del Fondo tiene un sentimiento particular y un cariño especial hacia Macri.
La Casa Rosada pretende que Lagarde dé un nuevo espaldarazo y fortalezca la posición del Presidente para negociar con los gobernadores. Los encuentros privados se negociarán la semana próxima.
En Washington no dudan del cumplimiento técnico del acuerdo, pero en cambio acumulan unos cuantos interrogantes sobre la gobernabilidad de la Casa Rosada. Justamente, las incertidumbres de los inversores fueron un punto central en la gira y las conversaciones de Dujovne en Manhattan.
En medio de dudas y rumores diversos sobre los futuros pasos de la Casa Rosada, allí se instaló la impresión de que vienen más cambios en el gobierno. Las conjeturas alcanzan a quienes han sido, al fin, corresponsables de la crisis cambiaria: el dúo formado por Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, ambos colaboradores del jefe de Gabinete.
Entre los fondos de inversión también existe incertidumbre sobre la capacidad del Gobierno en llevar adelante la gestión. Obedece a la “mala praxis” que para Wall Street derivó en la escalada del dólar.
Pero los interrogantes más fuertes están concentrados sobre las implicancias políticas del acuerdo con el FMI.
Entre los inversores existe una duda crucial: quieren saber si la instrumentación del ajuste terminará complicando el proyecto de reelección de Macri.
Los banqueros internacionales dicen que el Presidente enfrenta un dilema difícil de resolver para el 2019. Esto es que, por un lado si hace lo que le pide el FMI, puede perder el apoyo popular para ganar las elecciones. Y, por el otro, si no cumple con el FMI, puede venir otra crisis que lo condene a perder la reelección.
Nicolás Dujovne viajó a Manhattan con la misión de despejar esos planteos de Wall Street. El “mercado” le bendijo al ministro las metas económicas con el FMI.
Pero las preguntas políticas fueron insistentes. Primero, en las reuniones individuales que el ministro mantuvo en el Consulado argentino. Ahí estuvieron los jefes de los fondos más importantes como JP Morgan, BlacRock y Templenton, Deutsche Bank, y Morgan Stanley. Y después, durante el almuerzo que mantuvo en la sede central del propio JP Morgan, en la lujosa Park Avenue. El encuentro lo coordinó Luis Oganes, director global de Mercados Emergentes y estuvieron los “chairman” de unos 30 fondos de inversión.
Dujovne fue categórico: “Se va a cumplir a rajatabla el acuerdo con el FMI”. El ministro había sostenido -en Buenos Aires- un encuentro previo a solas con Macri, para definir el mensaje a llevarle a la comunidad de negocios. Y por eso transmitió a todos sus interlocutores: “El Presidente tiene las chances intactas para ser reelegido el año que viene». Y hasta contragolpeó: “La división del peronismo asegura la continuidad del Presidente después del 2019″.
Manhattan se vio sacudida por el traspié que sufrió la Casa Rosada en el juicio por YPF. La presentación argentina tuvo falencias serias: en las audiencias no ayudó que a la abogada -del estudio neoyorquino Skadden- Maura Barry Grinalds le faltara cintura, preparación y mostrara una clara ofuscación frente a los miembros del jurado.
Bernardo Saravia Frías -el procurador- en la intimidad dice que atrás de Burford, existe un acuerdo para coparticipar las ganancias con el Grupo Petersen. Pero la compañía que fue accionista de YPF lo desmiente y afirma que no tiene nada que ver con el fondo buitre.
Análisis Digital