Alarma por arsénico en el agua: 17 millones de argentinos están expuestos.
Una reciente investigación científica volvió a poner en debate la calidad del agua que consumen millones de argentinos. El estudio, realizado por la Universidad Nacional de Rosario, advierte niveles elevados de arsénico en diversas provincias y señala que el problema está gravemente subestimado. Según informó todojujuy, la situación afecta a gran parte del país y presenta riesgos severos para la salud pública.
Un estudio que revela una exposición masiva
El trabajo del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la UNR determinó, tras analizar 569 publicaciones y seleccionar 61 estudios de calidad científica, que al menos 17 millones de personas consumen agua con niveles de arsénico superiores a los parámetros recomendados.
La intoxicación crónica puede causar lesiones en la piel, cáncer, malformaciones congénitas y, en zonas del país, se trata de una enfermedad endémica. A esto se suma el “mapa del arsénico” difundido por el ITBA, que refuerza la preocupación por la magnitud del problema.
Provincias con mayor riesgo de exposición
El nivel de arsénico varía según la fuente de abastecimiento. En ciudades que toman agua de ríos mediante acueductos, como Rosario y Santa Fe, los valores se mantienen bajos. Sin embargo, las provincias sin infraestructura adecuada presentan una situación crítica.
Los mayores índices de exposición se registraron en:
- La Pampa: 88% de la población expuesta
- Catamarca: 79%
- Provincia de Buenos Aires: 68%
El análisis también mostró que Santa Fe, La Pampa, Neuquén, Catamarca, Chaco y Córdoba contaron con estudios representativos de más del 70% de su población.
Cómo se midió el arsénico y por qué preocupa
El equipo dirigido por Alejandro Oliva, del programa Promas (UNR), relevó únicamente estudios que cumplieran con rigurosos criterios metodológicos: representatividad poblacional, mediciones con umbral OMS (10 µg/l), análisis con métodos validados y muestras provenientes de agua de red.
Los resultados muestran que, en muchas localidades, el agua supera el límite recomendado. El Código Alimentario Argentino permite excepciones que elevan el máximo a 50 µg/l, algo que generó ambigüedades y derivó en reclamos judiciales.
Remoción del arsénico: avances, costos y limitaciones
Aunque la ósmosis inversa es el método más efectivo, su alto costo energético impide su implementación generalizada. También existen tecnologías más nuevas que utilizan energía solar, pero siguen siendo costosas.
Además, surge otro problema: el destino del arsénico removido. En algunas comunas argentinas la sustancia fue arrojada al suelo o a cuerpos de agua, lo que provoca que vuelva al subsuelo y reingrese al ciclo hídrico. En Europa, en cambio, se utilizan técnicas físico-químicas más seguras, aunque también caras.
El origen del arsénico es en un 90% natural —producto del roce del agua con las rocas—, mientras que el 10% restante proviene de actividades humanas, como la minería, la industria maderera y el uso previo de agroquímicos.
¿Qué riesgos sanitarios genera la exposición prolongada?
Cuando el suministro contiene niveles elevados, la exposición sostenida puede provocar:
- Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE)
- Lesiones cutáneas
- Neoplasias y distintos tipos de cáncer
- Malformaciones congénitas, especialmente en exposiciones perinatales
Los investigadores insisten en que el tema debe ser una prioridad sanitaria y que urge avanzar en acueductos o mejorar la infraestructura de potabilización.
Respuesta de las empresas abastecedoras
Frente a la preocupación social, Aysa aseguró que el agua del AMBA es potable y que las concentraciones de arsénico están por debajo de los valores regulados.
En Córdoba, Aguas Cordobesas afirmó que su red tampoco presenta riesgos y que la potabilidad está garantizada gracias al abastecimiento desde embalses superficiales, libres de este mineral.
Un problema invisibilizado que exige políticas urgentes
La investigación concluye que el arsenicismo sigue subestimado en Argentina y que faltan estudios con mayor sensibilidad para dimensionar el problema. Aunque existen tecnologías para reducirlo, su implementación requiere inversión, planificación y prioridad política. Para los especialistas, la única salida sostenible es que el tema ingrese definitivamente en la agenda de gobierno.




