A una semana de llegar a la cárcel de Ezeiza, luego de entregarse bajo el cargo de homicidio, el músico Cristian “Pity” Álvarez pasa sus días sedado y casi sin recibir visitas.
Recién el jueves 19, finalmente, logró encontrarse con su mamá, Cristina Congiu. Trascendió que, por estas horas, la situación más difícil que enfrenta Álvarez es sobrellevar el síndrome de abstinencia.
Su madre, además, teme que, en este triste escenario, intente suicidarse. El ex líder de los grupos de rock Viejas Locas e Intoxicados está procesado como el presunto asesino de Cristian Maximiliano Díaz, de 36 años, quien recibió tres disparos en la cara y otro en el tórax, y fue hallado sin vida en las torres del barrio Samoré, en Villa Lugano, donde viven su ex mujer y su hija, vecinas del músico.
Si bien está monitoreado día y noche en el Programa Integral de Salud Mental Argentino (Prisma), conocido como el Pabellón Psiquiátrico del penal, se sabe que el síndrome de abstinencia es una de las situaciones más extremas que debe vivir un adicto en recuperación.
Se trata de una serie de síntomas que se desencadenan cuando el paciente deja de consumir la sustancia (legal o ilegal) a la que es adicto. El modo en que esta reacción ocurre varía según la droga y características específicas del paciente. Según los médicos del pabellón es difícil que Álvarez pueda recibir visitas en este complejo estado de salud.
“La manera en la que el cuerpo se manifiesta para indicarle a la persona esta necesidad de volver a consumir son diferentes signos y síntomas. Depende de la droga, cada una se manifiesta de forma distinta”, explicó el cardiólogo y especialista en adicciones, Guido Bergman.
En el caso específico de “Pity”, su adicción a la pasta base de cocaína (más conocida como paco) le plantea un panorama especialmente difícil de sobrellevar. “El paco genera una adicción de a poco bastante severa con necesidad extrema de salir a consumirla. Lo que suele hacer el adicto es privilegiar el consumo de paco a cualquier otra cosa que suceda en la vida. Es una droga muy difícil de dejar”, advirtió el toxicólogo Héctor Berzel.
Bergman sumó otro dato: drogas como el paco no tienen un tratamiento preestablecido. “Entonces hay que hacer un tratamiento sintomático para que no la pase mal el paciente. Lo que es inhumano es que a una persona con el síndrome de abstinencia no le des un soporte porque la puede pasar muy mal”, sostuvo.