Miles de filipinos huyeron de sus casas en las últimas horas por la inminente llegada de un supertifón que anuncia ráfagas de hasta 255 kilómetros por hora y lluvias torrenciales.
Se lo denominó «Mangkhut», tiene categoría 5 y se perfila como el más violento del año en una zona habitualmente golpeada por desastres naturales. De hecho, es más poderoso que el «Florence» que tocó tierra estadounidense este viernes.
En el norte del archipiélago ya se produjo un éxodo preventivo mientras que en Luzón, la principal isla de Filipinas con unos 40 millones de habitantes, la gente cubría ventanas y reforzaba tejados preparándose para el fenómeno.
«Las lluvias van a ser fuertes y el viento no será ninguna broma», declaró Michael Conag, portavoz de defensa civil local. «Puede haber olas equivalentes a un edificio de 4 pisos y muchas casas pueden quedar destruidas, sobre todo las construcciones más frágiles, que son las más frecuentes en las regiones costeras.»
Las precipitaciones y los vientos intensos arrancaron este viernes en el noreste de Luzón. El gobierno dispuso de más de 30 millones de dólares para responder a la emergencia.
El presidente Rodrigo Duterte encabezó en la capital Manila la reunión del Centro Nacional de Reducción de Desastres (NDRRMC) para «asegurarse de que todas las instancias están preparadas al más alto nivel», según su vocero Harry Roque.
Al menos 4 millones de personas están en la trayectoria directa de «Mangkhut», que luego apuntará hacia el sur de China y a Hong Kong.
«Estamos muy asustados. Dicen que el tifón es muy violento», afirmó Delaila Pasion, que abandonó su vivienda. «Teníamos demasiado miedo para quedarnos. La última vez nuestra casa quedó destruida a medias. Quiero que mis nietos estén a salvo.»
Las autoridades temen particularmente las inundaciones y los deslizamientos de terreno.
Las pequeños pueblos de pescadores son muy vulnerables también a los vientos violentos y a las enormes olas que sacuden la costa.
Cada año el archipiélago filipino soporta una veintena de tifones que suelen causar centenares de muertes y agravan las situaciones de pobreza.
«Haiyan» fue uno de los más violentos: azotó las islas del centro del país en noviembre de 2013 con vientos de más de 315 km/h.
Inmensas olas, similares a las de un tsunami, arrasaron todo. Hubo más de 7.350 muertos o desaparecidos y 4 millones de personas se quedaron sin techo.
La agencia meteorológica filipina anticipan que «Mangkhut» será el más violento de 2018, con vientos de 205 km/h y ráfagas de hasta 255 km/h.
Clarín