Podríamos decir que comenzó su carrera oficial en 1972 con la edición del primer disco de Sui Generis, Vida. De ahí en más no paró nunca, y si lo hizo fue por motivos de fuerza mayor, de entradas en boxes que lo ajustaron y ecualizaron para seguir un derrotero de rock and roll mezclado en sangre con música académica y el cuerpo entregado a una obra conceptual inalcanzable para cualquier otro mortal: ser Charly García.
¿Quién podría ser más Charly García que Charly García? No por nada su alterego de carne y hueso desde mediados de los años 90 hasta 2008 (cuando encaró su quiebre medicinal definitivo) fue un slogan, Say No More (no digas más). El rock, el negocio, la habilidad para crear la idea de star system y sostenerla con bandas legendarias (Sui, La máquina de hacer pájaros, Seru Giran), discos que partieron en dos la historia de la música argentina (Instituciones, Clics modernos), canciones indestructibles y hasta clavados en una pileta desde la ventana del piso 9 de un hotel. menos podía imaginarse que ese flaco desgarbado y altísimo terminaría siendo el único rocker argentino en moverse en limo por una Buenos Aires que nunca terminará de acostumbrarse a esos absurdos coches de lujo.
Hoy, 46 años después de eso, el tipo que atravesó media docena de internaciones terminales y rompió la barrera de lo que se puede hacer y no hacer en la música popular, viene de editar en 2017 su mejor disco en muchos años y se propone hacer algo parecido en 2019, todo esto mientras con la salud resquebrajada sigue ofreciendo conciertos emotivos y viscerales con entradas que se agotan en menos de una hora.
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