«El Viejo Hotel», ubicado en Las Plumas, celebra hoy sus 114 años de historia en este punto de la Meseta, muy cerca de la Ruta Nacional 25 y del sector conocido como Puente Viejo.
Las actividades-aniversario comenzaron a las 10 horas, siendo anfitriona la propietaria, Marta Fritz, quien organizó una fiesta popular en honor a este establecimiento centenario, que supo ser una fonda en medio de la ruta cuando ésta era un camino y se la recorría desde la costa hasta Esquel.
Se organizaron actividades recreativas como la búsqueda del tesoro, que tendrá como premios hermosos muebles.
También habrá degustaciones de comida como rol, crocantes de peceto, tripanchos, variedades de hamburguesas, pollos con ensaladas, mesas dulces y saladas. Además se invitó a artesanos y emprendedores a participar con stands.
Por la tarde, se degustará una torta donada por la Comuna Rural de Las Plumas.
Las actividades cerrarán con un gran baile familiar, que se realizará en El Viejo Hotel.
La historia
Marta contó a EL CHUBUT la historia del hotel, en el marco de uno de los festejos-aniversario de Las Plumas. En el año 2015 recibió a este medio para la cobertura del aniversario 94ø del pueblo.
El Viejo Hotel, un lugar lleno de historias y cuyas paredes guardan numerosos secretos. Amores. Reencuentros. Escondite. Pequeñas lunas de miel. Descanso para dormir luego de un largo viaje.
Se sabe que en ese lugar, sobre la calle San Martín, funciona desde 1914 este establecimiento. Al frente del mismo está desde hace 33 años la señora Marta Fritz. Ella y su fallecido esposo sacaron adelante un establecimiento viejo. Sumaron un restaurante-rotisería, un mostrador-heladera con estanterías llenas de víveres, como suelen ser los locales de los pueblos de la Meseta. Cambiaron los pisos de portland por cerámicos, instalaron duchas y baños en las afueras para que quienes estén de paso puedan refrescarse; se invirtió en la compra de un Zeppelín de 7 metros para tener calefacción a gas y se reemplazó la leña. De todos modos, quedaron instaladas en las habitaciones, como bellas reliquias, las estufas a leña que recuerdan cómo se calefaccionan en los pueblos.
Marta contó varias anécdotas y muchas historias de cuando, al lado del hotel, funcionaba un bar que ella manejaba y luego decidió cerrarlo. «Es muy lindo trabajar con la gente, a mí me gusta porque se conocen muchas personas», dijo, para señalar que por el hotel han pasado viajeros de todo el país, de Brasil y Estados Unidos. «Hay mucha gente de paso, que vienen y descansan; y en verano trabajamos muy bien. Nos levantamos muy temprano, a las 6 y media y 7 y preparamos empanadas o pizzas, y mucha minuta. A veces piden asado al asador, o cordero o chivo», expresó.
Los visitantes piden información de lugares y «ahí les cuento sobre el taller gemas o los mando al taller de las señoras que hacen tejido a telar».
El Chubut