La noticia repercutió favorablemente en el mercado local. La estabilidad cambiaria y la baja del costo en pesos mejoran las perspectivas de los próximos meses.
Pese a la grieta y a los esfuerzos por diferenciarse, el futuro político de Mauricio Macri termina dependiendo de los mismos factores que marcaron el ciclo político del kirchnerismo: la cosecha y la evolución tasa de interés internacional. Y este año todo indica que ambos jugarán bien a favor del Gobierno, lo que al menos en teoría mejora las chances electorales del actual Presidente.
Néstor Kirchner llegó a su apogeo con la soja por encima de los USD 500 (llegaría a más de USD 600 en 2008, en el arranque de la gestión de Cristina) y las tasas de interés en los Estados Unidos en mínimos históricos. Fueron tiempos de bonanza, pero los recursos extra provenientes del campo y de financiamiento barato se gastaron muy rápido. El superávit fiscal de más de 4% del PBI se transformó en un rojo fiscal superior a 5% en la segunda gestión de Cristina.
El 2018 vino de la mano de una sequía histórica y un aumento de la tasa de interés en Estados Unidos después de varios años de haber permanecido en niveles mínimos. La economía sufrió una dura caída de ingresos provenientes del campo y un corte del financiamiento. La fuerte devaluación del peso reflejó el ataque de los inversores a un país que con sus desequilibrios quedó en situación vulnerable.
Pero este año arrancó diferente. La cosecha de trigo aportó casi U$S 4.500 millones y todo indica que por la cosecha de soja entrarán hasta USD 9.000 millones adicionales respecto al último año. Los buenos pronósticos del equipo económico, que todavía hace un par de meses muchos criticaban por exagerados, están muy cerca de cumplirse.
Pero esta semana aportó otra novedad. En un comunicado, la Reserva Federal norteamericana admitió que será «paciente» para decidir futuras acciones en su política monetaria. Dejó entrever que no habrá nuevas subas de tasas en 2019. Hasta ahora, los inversores descontaban al menos tres incrementos de 0,25% cada uno.
Con tasas internacionales más bajas que lo esperado, la situación de los países emergentes mejora sustancialmente. Los inversores tienen menos opciones en mercados desarrollados y buscan otras opciones para su dinero. La caída del riesgo país, que pasó de más de 820 puntos a fin de año a 654 el viernes, es un reflejo de esta situación.
Este año la cosecha aportaría USD 9.000 millones adicionales respecto al año pasado. Además la señal por parte de la Reserva Federal sobre posibles demoras en volver a aumentar las tasas es clave para manener estabilidad del dólar y la baja del costo del crédito a nivel local.
La mejora de los bonos, con la consiguiente baja de los rendimientos, implica que la Argentina quedó al borde de volver a obtener financiamiento en los mercados. Sin embargo, desde el palacio de Hacienda transmitieron en las últimas jornadas a inversores que no están pensando en volver a emitir deuda internacional a lo largo de 2019. Alcanza con la deuda del FMI para enfrentar los vencimientos en dólares. Y para lo que haga falta de pesos alcanzan con emisiones entre inversores locales como ya sucedió la semana pasada.
Pero que el Gobierno no salga a colocar deuda no significa que no puedan aparecer otros inversores. De hecho, las provincias tienen vencimientos de USD 5.000 millones y las empresas de USD 3.000 millones a lo largo del año. La baja del riesgo país abre las puertas para nuevas colocaciones corporativas y provinciales, lo que representa un alivio relevante para el sector privado.
Para el Gobierno es fundamental que la economía se recupere lo antes posible para dejar atrás el desastre de 2018. Un dólar tranquilo y la reducción de tasas son imprescindibles para que el alivio se empiece a notar en los bolsillos.
Esta mejora del contexto internacional, sobre todo en relación a los mercados emergentes, se sintió desde principios de año en el mercado local. El dólar se mantiene debajo del piso de la zona de no intervención a pesar de las compras de divisas del Central y las tasas de interés de las Leliq pasaron del 59% a fines de 2018 a menos de 53% en la última jornada. La expectativa es que continúe ese descenso en febrero y marzo. Lentamente, la baja del costo del crédito comienza a derramar también a las sofocadas PYME.
Para Macri es clave que la situación financiera permanezca bajo control y en particular que el dólar se mantenga relativamente estable. El equilibrio es delicado: el tipo de cambio no puede pegar grandes saltos pero tampoco debería atrasarse demasiado. La corrida cambiaria que arrancó en abril pasado tuvo como responsable a un dólar que resultaba demasiado barato.
Resta ahora que empiecen a aparecer síntomas de reactivación en la economía real. Esto será mucho más lento, pero también sucederá en la medida que se mantenga la «paz cambiaria». La mejora del ingreso real debido a una reducción gradual de la inflación y el efecto favorable de la baja de tasas para el financiamiento tendrán un impacto favorable en los próximos meses.
Es cierto que las comparaciones interanuales seguirán siendo groseramente negativas por lo menos hasta marzo. Pero es posible que la comparación mes a mes ya arroje una leve recuperación a partir de los datos de enero.
Más allá de la «grieta», Macri precisa imperiosamente dejar atrás el pésimo 2018. Cuanto antes se empiecen a notar esas primeras señales de mejora, seguramente será más rápido el crecimiento de la intención de voto por el oficialismo. La cosecha será un elemento clave para conseguirlo, pero también un contexto internacional de tasas bajas que favorece a países como la Argentina.
Infobae