Es la primera vez que se conocen todas las características genéticas del Andes Sur; esto confirma su capacidad de transmisión de persona a persona.
La variante Andes Sur del virus hanta que provocó el brote, aún activo, de Epuyén y alrededores en Chubut , no solo se puede transmitir de persona a persona, sino que también es similar al causado hace 23 años a tan solo 40 kilómetros de distancia, en la localidad rionegrina de El Bolsón.
Desde entonces, esta cepa se adaptó para subsistir y lo hizo a través de cambios genéticos que reforzaron su capacidad de propagarse, según los resultados del primer análisis del genoma completo del Andes Sur que se conoce en el mundo. Estuvo a cargo del equipo de Valeria Martínez, del Servicio de Biología Molecular del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, que es el laboratorio nacional de referencia para hantavirus .
La similitud del virus detectado en las muestras de las 34 personas infectadas desde noviembre pasado es del 99,9%. Esto confirma que el mecanismo de transmisión en este brote fue de persona a persona. A la vez, en la comparación con otras cepas del virus hanta endémicas en el país, el mayor parecido fue con la cepa del brote de 1996.
Cuando se publicaron los primeros estudios sobre los casos de El Bolsón por la variante común a la región sur de la Argentina y Chile, de ahí su nombre, y que describieron su capacidad de transmisión interhumana, los especialistas de la actual Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Dr. Carlos Malbrán contaban con información de algunos fragmentos del ADN viral.
Ahora, con tecnologías de secuenciación de nueva generación y las muestras analizadas de todas las personas que enfermaron y murieron en este brote, el equipo que dirige Martínez pudo descifrar la información completa del material genético de la cepa endémica patagónica que causó el brote del síndrome pulmonar por hantavirus (SPH) en Epuyén, Trevelín, El Maitén, en Chubut, además de El Bolsón y Palena, en Chile.
Con esos datos, que provienen de los tres segmentos del material genético viral, en lugar de pequeñas partes de dos de esos segmentos obtenidos hasta ahora, se podrán explicar más adelante las diferencias en las respuestas inmunológicas que tuvieron los pacientes o su relación con ciertas mutaciones identificadas, entre otras preguntas por estudiar.
«El brote, de magnitud sin precedente, involucró 34 casos, de los que 12 fallecieron -repasaron desde Anlis Malbrán esta semana a través de un comunicado sobre los resultados obtenidos-. La tasa de letalidad fue casi el doble en las mujeres que en los hombres (40 versus 21,4%). Los últimos casos comenzaron con síntomas el 7 de este mes y aún permanecen hospitalizados. Hacia finales de diciembre, se impuso el aislamiento domiciliario a las personas que habían estado en contacto con casos confirmados, lo que logró limitar una expansión mayor del brote».
La manera en que las personas iban enfermando («casos agrupados y en poco tiempo»), la poca cantidad de roedores donde vivían y la información del estudio ambiental donde podían haberse producido los contagios que relevaron especialistas en epidemiología y zoonosis desplazó desde las primeras semanas la idea de que el brote epidémico fuera por la exposición al virus que roedores silvestres eliminan a través de la orina, las heces o la saliva.
«Se sospechó tempranamente la posibilidad de que la dispersión viral ocurriera de persona a persona, como se había postulado previamente», por los estudios publicados en 1998 y en 2005 sobre el brote de El Bolsón, donde la transmisión interpersonal se autolimitó y evitó nuevos contagios. En Epuyén y alrededores, el aislamiento de más de un centenar de personas que estuvo en contacto con los enfermos es, para las autoridades sanitarias, lo que fue limitando la transmisión.
«Es uno de los virus zoonóticos de mayor distribución mundial que causa dos síndromes principalmente: la fiebre hemorrágica con síndrome renal, de alta incidencia y baja mortalidad en Asia y Europa, y el SPH en América, pero con menor incidencia y mayor letalidad. Es como si, de algún modo, se compensaran con estas diferencias», explicó Martínez a LA NACION.
Claudia Perandones, interventora de la Anlis Malbrán, destacó: «No contábamos con la secuencia completa del genoma viral como hoy. Ahora, el nivel de la evidencia es mayor. Con la información previa, podía existir una divergencia en alguno de los segmentos del genoma y, como no lo podíamos evaluar completo, lo desconocíamos. Hoy, conocemos toda la información genética del Andes Sur y es la primera vez que se dispone de estos datos».
Perandones estuvo en Epuyén y alrededores con el equipo de profesionales que la Secretaría de Salud de la Nación envió a Chubut para contener el brote. Recordó que en el laboratorio nacional de referencia se desarrolló el año pasado el antígeno recombinante (un fragmento del virus introducido en una bacteria para poder reproducirlo masivamente) para las pruebas diagnósticas de alta certeza a través de la muestra de sangre de un caso en el que se sospecha la enfermedad.
«Además -agregó Martínez- evita la manipulación del virus para el trabajo de rutina con las pruebas de laboratorio, como es el diagnóstico de la infección».
Con estos resultados y los que se irán conociendo, en el Anlis Malbrán confían en que no debería repetirse una emergencia de alto riesgo por su facilidad de transmisión como la de Epuyén. «Esta es la oportunidad de tener datos perfectos sobre el Andes Sur y que se perfeccione el nivel de alerta. Ojalá sirva para evitar que ocurra otro brote», sostuvo Martínez.
La Nación