La sequía y la quita del diferencial afectaron fuertemente la actividad de la industria.
La industria ligada con la molienda de soja perdió el año pasado casi 2000 empleos por una menor actividad de procesamiento en su complejo, ubicado mayormente en el Gran Rosario.
El dato se desprende de un informe de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín en base a datos de la Secretaría de Trabajo de la Nación. De acuerdo a esa casa de estudios, esto está vinculado con la pérdida de producción debido a la última sequía.
Para fuentes de la industria, en tanto, también hay un impacto sobre la actividad de la quita del diferencial del 3% en las retenciones que había entre el poroto y los subproductos, como la harina y el aceite, que facilitaba según las industrias el agregado de valor interno antes que exportar solo el grano. Además, el sector tiene una capacidad ociosa del 46%.
En 2017, esa industria procesó 41,73 millones de toneladas y cayó a 36,76 millones de toneladas el año pasado. Por la sequía, la producción nacional de soja bajó en 2018 a 35,1 millones de toneladas, contra casi 55 millones de toneladas en 2017.
La sequía obligó a importar 6,4 millones de toneladas para procesar, versus 1,9 millones de toneladas de 2017, pero igual no fue suficiente para la industria, que procesó 5 millones de toneladas menos.
Según el trabajo de esa casa de estudios, realizado por Adrián Gutiérrez Cabello y Agustina Ciancio, el impacto para el empleo se sintió sobre el segundo trimestre del año pasado, que es el de mayor actividad y coincide con el ingreso de la cosecha. El sector pasó de 25.988 empleos en el segundo trimestre de 2017 a 24.025 en el segundo trimestre de 2018. Son 1963 puestos de trabajo menos.
En la industria agregan que, más allá de la sequía, hubo un efecto por el lado de la quita del diferencial del 3% en las retenciones para el agregado de valor.
«Al dejar de existir el diferencial el negocio es únicamente exportar trigo, maíz y soja sin procesar. El empleo, hoy de 22.000 de manera directa y 45.000 indirectos, empieza a resentirse y las plantas chicas van cerrando, así como las de consumo interno como Nidera en Valentín Alsina (la firma, perteneciente a Cofco, anunció en enero pasado la desvinculación de casi 200 personas)», apuntó una fuente de la industria. «Es un sector que se está achicando», dijo la fuente.
Para este año, las proyecciones indican que tras la sequía podrían producirse de 54 a 55 millones de toneladas de soja. Hay algunas estimaciones de que habría todavía un mayor volumen por los buenos rindes que se están obteniendo.
Si bien podría haber más cosecha para procesar internamente, diversas fuentes privadas vienen proyectando ventas de hasta 15 millones de toneladas del grano sin procesar, por el cambio de las reglas para el negocio, contra 3,67 millones de toneladas el último ciclo. También influiría la mayor presión de compras de China sobre el grano en el marco de su todavía no resuelta guerra comercial con EE.UU.
El sector trabaja con una capacidad ociosa del 46% El sector trabaja con una capacidad ociosa del 46% Crédito: Ministerio de Transporte de La Nación
En su informe, la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional de San Martín evaluó qué ocurriría si la industria retomara el nivel de al menos 2017/2018. Se trata de una proyección. En ese supuesto, los ingresos por retenciones con exportaciones adicionales crecerían en 20.000 millones de pesos.
«Del lado fiscal, excluyendo a los derechos de exportación, el incremento de la recaudación de impuestos nacionales estaría próximo a los 3700 millones, sólo por efecto de la molienda durante 2019», agregó. De todos modos, una mayor actividad en el sector llevaría los ingresos fiscales hasta los 9600 millones de pesos.
Con más producción interna para procesar, este año, además, el sector ahorraría divisas por más de 1400 millones de dólares, ya que no habrá que importar tanta soja como el año pasado.
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