En el país del tango y la nostalgia, de frases como «que es un soplo la vida, que 20 años no es nada», sorprende que los argentinos nos sintamos más jóvenes por más años que en casi todos los países del mundo. Esto proviene de una encuesta que se realizó a nivel mundial. «¿Cuándo uno deja de sentirse joven?», es una pregunta que le hizo la encuestadora Worldwide Independent Network of Market Research a 31.890 personas de 41 países, entre fines del 2018 y comienzo de este año. Y el resultado, conocido ahora, mostró que en nuestro país la edad promedio en la que dejamos de sentirnos jóvenes ronda los 46 años, seis años por encima de la media global.
El estudio resaltó que los argentinos, paraguayos, italianos y chilenos se sienten jóvenes por bastante más tiempo que los peruanos, brasileros, mejicanos o filipinos. También hay diferentes percepciones dependiendo la edad de los consultados. Por ejemplo, los jóvenes de 18 a 34 años consideran que se deja de ser joven a los 37 años; las personas entre los 35 y 54 años creen que la juventud se pierde a los 48 años, y los mayores de 55 años dicen que se deja de ser joven cuando se alcanzan los 57 años.
También en nuestro país, la edad en la que empezamos a sentirnos viejos (que es distintos a dejar de sentirnos jóvenes) son los 58 años, en promedio. Para los jóvenes de 18 a 34 años, la vejez comienza a los 51 años, para los entrevistados de 35 a 54 años los 60 años y para los mayores de 55 años la vejez llega a los 69 años.
Por otro lado, en Argentina, el 91% cree que la sociedad actual no cuida lo suficiente de los adultos mayores. Y el 83% opina que la sociedad tampoco cuida lo suficiente de la juventud.
En cuanto a esta sensación de dejar de ser joven a los 46 años, Claudia Borensztejn, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), opina que es «acertada». Pero aclara que esta percepción es muy «relativa». «La autopercepción de la juventud depende de muchos factores y es personal», asegura. «No deja de incidir la imagen que devuelve el espejo. Pero al mismo tiempo una personas de 60 años puede sentirse joven porque se siente muy vital con sus proyectos».
Según la experta, hay que diferenciar entre «vejez corporal» y «mental». «En psicología no tomamos en cuenta la edad física, sino que nos detenemos más en la salud, la vitalidad y el deseo de vivir», detalla.
Borensztejn cuenta que en general hay un quiebre a los 40, cuando ocurre la famosa crisis de mediana edad, donde las personas sufren como una «segunda adolescencia». «Toman conciencia más profundamente de la muerte y comienzan replantearse la vida. Eligen con más sabiduría y administran mejor sus tiempos». También explica que esta crisis se corrió casi diez años en las últimas décadas, debido a la extensión de la expectativa de vida. «Actualmente la encontramos con más frecuencia en personas de 50 años». revela.
Pero ¿porqué los argentinos le damos seis años más a la autopercepción de juventud que otros países? Borensztejn contesta que «quizá tenga que ver con el carácter de la vitalidad del argentino, con esta lucha constante contra las crisis y el contexto negativo».
Guillermo Herrero es abogado y está en esa edad supuestamente límite: 46 años: «Yo sentí que dejé de ser joven físicamente a partir de los 40, cuando comencé a tener problemas para conciliar el sueño o a recuperarme después de una salida con amigos». Sin embargo, asegura que mentalmente sigue sintiéndose joven. «Igual que a los treinta», dice. Y agrega: «Pero con menos ganas de perder tiempo y mucha menos tolerancia a darle lugar a las cosas que no me interesan».
Por otro lado, Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista y miembro titular de APA, sostiene que la juventud está relacionada con «la capacidad de realizarse en el plano amoroso, material y laboral, y también en la capacidad de elección».
Opina que en la actualidad «una persona de 60 puede tener acceso a proyectos importantes en todos los ámbitos de la vida» y que hay que volver a repensar qué significa «ser viejo». «La imagen antigua del abuelito con el bastón, que llevaba a los nietos y se quedaba en la casa sin hacer nada, desapareció».
Rubinstein sostiene que a los argentinos los ayuda seguir sintiéndose jóvenes «nuestra cultura gregaria»: «Esta capacidad de armar grupos y participar en cosas con otras personas, de integrarse, algo que no existe en otros países».
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