espués de haber garantizado el poder en sus provincias con elecciones desdobladas en casi todo el país, los gobernadores peronistas se preparan para ser actores cruciales del próximo Congreso.
El reparto de poder que resulte de las elecciones de octubre , en las que además de presidente y vice se elegirá a la mitad de los diputados nacionales y a un tercio de los senadores, no solo no garantizará mayorías ni al oficialismo ni a la oposición. También dará a los gobernadores, a través de los legisladores que les responden, un poder de fuego determinante.
Según un relevamiento de LA NACION, en la Cámara de Diputados que quede configurada después del 10 de diciembre los jefes provinciales del PJ tendrán unas 50 bancas, más del doble que La Cámpora.
El dato puede resultar clave en un eventual gobierno de Alberto Fernández, dado que el precandidato del Frente de Todos anticipó que los mandatarios serán un puntal en su gestión. Es uno de los sectores que se acercó al kirchnerismo solo después de que Cristina nominó a Fernández para la presidencia.
Pero la importancia de esas 50 bancas no será menor ante un nuevo mandato de Mauricio Macri: la suerte de la mayoría de los proyectos de ley impulsados por Cambiemos dependió de cómo inclinaron la balanza los legisladores que responden a las provincias.
Para el recuento y las proyecciones sobre cómo se repartiría el poder en el nuevo Congreso, LA NACION consideró a los legisladores de las provincias cuyos gobernadores apoyarán la fórmula presidencial que encabeza Fernández y lleva a Cristina como vice.
Son los doce gobernadores peronistas que se reunieron con Fernández hace diez días, otros dos que no estuvieron en aquella cumbre pero apoyan al candidato del Frente de Todos, como el santafecino Omar Perotti y el puntano Alberto Rodríguez Saá, y el gobernador de Misiones, Hugo Passalacqua, que pertenece a un frente provincial (el Frente Renovador de la Concordia) pero respalda al exjefe de Gabinete.
Hoy los diputados nacionales de La Cámpora son 28. La mayoría de ellos, 23, tienen mandato hasta diciembre. Si se consideran los resultados de las elecciones legislativas de 2017, que LA NACION tomó como base para hacer la proyección, retendrían unos 14 escaños. Otros cinco diputados, que también integran La Cámpora, tienen mandato hasta 2021, por lo que el subloque de la agrupación dentro de la bancada kirchnerista sumaría 19 diputados.
Medida en bancas, la influencia de los gobernadores peronistas superaría con amplitud ese número. En el próximo Congreso, los diputados alineados con gobernadores peronistas serían 50, siempre tomando como parámetro los porcentajes de la elección de 2017. Ese total incluye a los que ingresarían en lugar de los que tienen mandato hasta fin de año, a los que renovarían sus bancas, 28 en total, y a los que tienen mandato hasta 2021, que son 22.
En ese grupo conviven diputados que en los últimos cuatro años votaron en el sentido que querían, les convenía o necesitaban los gobernadores de sus provincias y los que ingresarán al Congreso porque esos mismos mandatarios, muchos de ellos reelectos a lo largo de este año, los incluyeron en las listas.
La unidad abrió espacios
Muchos candidatos a diputados llegaron a esas listas a partir de la unidad entre el peronismo «territorial» y el kirchnerismo en las provincias, que fue uno de los pilares del proyecto de poder de Cristina Kirchner para las presidenciales de este año.
La necesidad de anudar esos acuerdos para competir con listas únicas en la mayoría de las elecciones provinciales derivó en que los gobernadores tuvieran esta vez más espacio en las listas que en años electorales anteriores. El acuerdo entre kirchneristas, peronistas y Sergio Massa que alumbró el Frente de Todos, fue posible, entre otras cosas, porque la lapicera pasó por varias manos.
En el Senado, los legisladores que responden a esos gobernadores que respaldan la fórmula Fernández-Fernández son 23. Como en la Cámara de Diputados, el total incluye a los que ingresarían a la Cámara alta el 10 de diciembre (10) y los que tienen mandato hasta dentro de dos años (13).
A lo largo de todo el gobierno de Macri, el Congreso fue para Cambiemos terreno espinoso, primero, por no tener mayoría, pero también por tener que negociar votos con los gobernadores en una dinámica que muchas veces supuso acuerdos y concesiones uno a uno.
Esa dinámica quedó a la vista con leyes clave para el gobierno de Mauricio Macri como la reforma previsional, los sucesivos presupuestos, el Consenso Fiscal y el blanqueo de capitales, entre otras.
Los números indican que esa lógica de manejo del poder va a intensificarse en el nuevo Congreso, gane quien gane las elecciones, aunque a priori la tarea de lidiar con gobernadores envalentonados parezca mucho más fácil para Fernández que para Macri.