Desde el siglo pasado, Argentina e Italia mantienen un estrecho vínculo que, sustentado o impulsado por lazos sanguíneos, consolidó las relaciones comerciales. La presencia italiana en el país se refuerza año tras año con inversiones, negocios, exportaciones y, por supuesto, a través de un número creciente de pequeñas empresas locales que encontraron en la península un destino ideal para sus productos.
«Nuestro comercio bilateral se mantiene gracias a relaciones económicas de muchos años que expresan estabilidad», explicó Luigi D’Aprea, director de la Agencia Italiana para el Comercio Exterior (Agenzia ICE). «En 2018, las importaciones desde Italia disminuyeron 14% y las exportaciones crecieron apenas 1% respecto del año anterior», agregó. Pero por la situación coyuntural que atraviesa la Argentina hace unos meses, el intercambio sufrió bajas importantes. «Es decir, hay una situación positiva de aumento de la exportación Argentina hacia Italia y una caída de la exportación de Italia hacia Argentina en cuanto a bienes industriales. Creemos que los empresarios están esperando que se estabilice la economía», dijo.
En ese sentido, un reporte de la oficina en Buenos Aires de la Italian Trade Agency (ITA), publicado en marzo de 2019, indica que las importaciones italianas durante 2018 se repartieron entre aceites vegetales y animales (48%), productos agrícolas (17%), pescado (16%), carnes (8%) y cueros (3%). Mientras que las exportaciones incluyeron máquinas y equipos (41%), vehículos y autopartes (8%), medicamentos (6%), motores y grupos electrógenos (4%) y productos químicos (3%). Específicamente se refiere a piezas de motores, vacunas contra la meningitis, helicópteros, generadores y equipos para carga y descarga. El informe remarca la «importante presencia de Italia en la Argentina a través de bienes industriales y de capital, con creciente intensidad en la industria mecánica y tecnológica, entre otros sectores». De cualquier manera, y a pesar de las tensiones en el mercado local de divisas, el comercio bilateral muestra señales favorables para D’Aprea, en particular desde 2013, con un pico significativo en 2017 de 1350 millones de euros, 17% más que 2016.
El foco en las pymes
La gran presencia de pequeñas y medianas empresas en el ámbito local, cerca del 70%, encuentra su correlato en tierras itálicas, donde las pymes abarcan el 80% del mercado. En un contexto de acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, que vincula a dos bloques con 32 países y 800 millones de personas, «el comercio entre Argentina e Italia puede sufrir una transformación significativa a partir de alianzas estratégicas en el sector de las pymes, el cual los italianos tienen sumamente desarrollado e integrado al resto de Europa», remarcó Alejandro Arroyo, director de la Maestría en Logística de Proyectos de Integración Regional del ITBA.
Existe un interés real de las empresas europeas en el mercado argentino: por tamaño, poder adquisitivo y porque les permitiría abordar otros países de la región. «Nuestras pymes poseen el conocimiento y pequeñas inversiones para llegar, pero a veces les falta soporte», reconoció D’Aprea. Conocedores de esa realidad, organizaron recientemente en Buenos Aires un Foro Bilateral de emprendedores para estimular iniciativas conjuntas de negocios. Entre otros funcionarios locales que participaron, Marisa Bircher, secretaria de Comercio Exterior del ministerio de Producción y Trabajo de la Nación, destacó que «es clave facilitar la importación de insumos para la producción y bienes de capital». Además, señaló que para el año 2050 se estima que se duplicará el consumo de alimentos, lo que representa «una oportunidad para asociarse con Italia y armar una estrategia para proveer alimentos de valor agregado al mercado asiático y al norte de África».
Durante el Foro, se coincidió en «la necesidad de complementarse con estrategias e inversiones conjuntas para llevar productos y servicios de valor agregado a otros mercados; así como la posibilidad de adoptar mejores prácticas relacionadas con alta tecnología aplicada para una mayor productividad».
Al respecto, retomó D’Aprea, en lo inmediato «es posible generar alianzas para bienes industriales, de capital, componentes de partes y servicios a través de joint ventures. Por ejemplo, en la Argentina se pueden desarrollar maquinarias agrícolas con partes y componentes realizados en Italia».
Asimismo, describió que las pymes de ambos países son muy similares y existen excelentes condiciones para mejorar la producción y la calidad. Y enfatizó que pueden trabajar juntas en industria alimentaria o energías renovables, donde «Italia cuenta con tecnologías avanzadas que contribuyen a una mayor eficiencia y agregado significativo de valor».
Los análisis de la Agencia ICE destacan la enorme oportunidad que tiene la Argentina para convertirse en un exportador de tecnología, aunque mencionan la necesidad de fortalecer la inversión. «Es muy clara la sinergia que podría darse entre nuestras startups en sectores donde compartimos intereses, como agrotech», completó el funcionario italiano.
Estrategias de colaboración
Martín González es gerente General de DELTA3, empresa de tecnología que eligió a Italia como primer destino para exportar sus productos porque encontraron muchas posibilidades en áreas estratégicas: «Tenemos una larga tradición de colaboración en diversos segmentos científicos e industriales y, si logramos articular medidas que faciliten la concreción de negocios de forma simple y práctica, las expectativas serán muy positivas».
Por su parte, Matteo Gaetani d’Aragona, socio-gerente de Seeds Energy Group -propietaria de plantas de biogás en Pergamino y Venado Tuerto-, sostuvo que en su sector «Italia es líder indiscutible, por eso el intercambio técnico y comercial con empresas italianas es muy fluido». El empresario está convencido de que el desarrollo de las energías renovables en la Argentina «brindará importantes oportunidades de intercambio entre los países, sobre todo por la experiencia que poseen ellos en ese campo y las posibilidades que ofrece Argentina en recursos naturales y humanos».
La firma proveedora de tecnología que implementa Gaetani d’Aragona en sus plantas de biogás es BTS, de Italia. Ricardo Gefter, gerente Comercial de la compañía, recordó con nostalgia los tiempos en que argentinos, italianos y españoles mantenían una relación económica especial sustentada en la amistad de los países. «Hoy no creo que el comercio de Argentina con Italia sea diferente al de otros países, pero es cierto que la cercanía cultural e histórica por la inmigración italiana se refleja en una mayor facilidad para entender las idiosincrasias de cada mercado», aseguró.
Sin embargo, más allá de cercanías culturales, Alejandro Arroyo aclaró que «el inversor italiano busca expandir sus mercados a partir de negocios que le permitan acceder competitivamente en donde las economías de escala y la productividad sean conceptos reales, no potenciales, y para eso Argentina debe hacer reformas en serio».
De hecho, en sus conclusiones, el informe de la ITA destaca: «A pesar de su enorme capacidad, el país necesita mejorar la producción elevando sus estándares de calidad».
Efectivamente, los protagonistas reconocen que faltan condiciones. Por ejemplo, Gaetani d’Aragona indicó que «habría que reducir aranceles de importación para equipos que no se fabrican en el país o bien facilitar la importación de plantas con la modalidad llave en mano». A su vez, agregó, «ese tipo de incentivos deberían facilitar el desarrollo de proveedores nacionales en el mediano plazo, de forma tal de poder desarrollar el intercambio tecnológico entre ambos países».
Para Gefter, en tanto, las principales dificultades apuntan a los «aspectos financieros de un proyecto, lo vinculado a la macroeconomía y las importaciones de bienes extranjeros». Mientras que Martín González se enfocó en la logística: «A tanta distancia suele ser un tema que siempre puede mejorarse porque es clave entregar en tiempo y forma para que los clientes confíen en nuestro país, donde la calidad de los productos está demostrada».
Segmentos clave
Por último, entre los puntos fuertes de la economía argentina, el reporte de ITA menciona algunos sectores en los que el país compite internacionalmente pero donde aún existen márgenes de crecimiento e inversión: energías (especialmente eléctrica y renovable), infraestructura, agricultura y ganadería.
En particular, hace referencia a las inversiones en energías renovables, que superan los US$333,5 millones. «Italia cuenta con un gran desarrollo en la industrialización del litio y de energía geotérmica, siendo ambos recursos de gran abundancia en Argentina», expresó Arroyo, para quien «la exploración y explotación de hidrocarburos también puede ser un atractivo para inversiones sectoriales y transferencia de tecnología entre ambos países».
En definitiva, el vínculo comercial entre argentinos e italianos parece fuerte: «Hace tiempo que tenemos presencia de empresas italianas aquí y podemos mirar al futuro con buenas expectativas para fortalecer y ampliar la relación», puntualizó Luigi D’Aprea.
Expectativa por el acuerdo
Una pieza clave para el incremento de las cifras en la relación comercial entre Argentina e Italia será la aprobación final del Acuerdo Mercosur-Unión Europea que se anunció recientemente. Un informe elaborado por la consultora DNI, liderada por el especialista en comercio exterior Marcelo Elizondo, determina que Europa es el tercer continente en importancia para las exportaciones argentinas, después de América y Asia. Según el texto, la Unión Europea recibió en 2018 exportaciones argentinas por US$9219 millones (15% del total), de las cuales más del 50% fueron manufacturas de origen agropecuario; y originó importaciones por US$11.262 millones (17% del total), donde las industriales fueron mayoría.
En este sentido, durante el Foro Bilateral PyME Argentina-Italia, el ministro de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación, Jorge Faurie, resaltó la necesidad de que las relaciones con Italia «se concreten de la manera más eficiente y con la mayor competitividad».
Y recordó, además, que «cuando comenzó su gestión, el presidente Mauricio Macri pidió a los líderes europeos, por los vínculos que existían, que debíamos generar una interconexión más efectiva en términos de cadenas de valor, aprovechar tecnologías y compartir el esfuerzo».
Sin dudas, agrega el informe elaborado por el equipo de Elizondo, «la institucionalización de la apertura a través de acuerdos internacionales permite eliminar barreras que afectan el comercio, promover condiciones para una competencia justa, incrementar flujos de inversión, proporcionar una protección efectiva a los derechos de propiedad intelectual, estimular en sectores competitivos la producción nacional, mejorar la productividad sistémica y fomentar la cooperación entre países».
En esa línea, aporta Alejandro Arroyo, «el mundo de la alimentación en Argentina y especialmente los productos orgánicos de exportación se verán definitivamente beneficiados».
Sin embargo, y aunque se podrían sumar otros sectores, para el académico la clave de todo reside -en primer lugar- en que no se dilaten los tiempos para la aprobación parlamentaria del acuerdo por discusiones político-partidarias que puedan dañar la idea original.
Después, enumera, «el país debe encarar reformas estructurales de fondo para extirpar los males que sufre hace décadas en cuanto a los costos laborales no remunerativos, la absurda presión impositiva sin contrapartida efectiva, un Estado elefantiásico, un sistema de pensiones insostenible y un sistema sindical plagado de privilegios a costas del sector privado».
Por último, puntualiza, «hay que mejorar de manera paulatina pero sin pausa la infraestructura y la logística para hacer más atractiva la inversión directa extranjera (IED), que apunte a producir en la Argentina para abastecer a un Mercosur de 260 millones de personas», así lo reseña La Nación.