Hace casi un siglo que los entonces estudiantes de medicina, Enrique Susini, Luis Romero Carranza, César José Guerrico y Miguel Mujica, fueron los artífices de la primera transmisión masiva.
Aquel grupo de curiosos puso al aire Parsifal, de Richard Wagner, desde el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Fue el 27 de agosto de 1920. No intuían que estaban haciendo historia.
Debido a que el equipo transmisor se ubicó en el techo del edificio, estos hombres fueron bautizados como «Los locos de la azotea».
Enrique Telémaco Susini es hoy uno de los más recordados por esa hazaña «travesura» que las páginas de historia se encargaron de contar con romanticismo. Médico entrerriano, hijo de un cónsul argentino en Viena, cuentan los libros que hicieron peripecias para colocar aquella antena.
“Señoras y señores, la Sociedad Radio Argentina les presenta hoy el Festival Sacro de Ricardo Wagner, Parsifal…», se escucha en el audio histórico que cada 27 de agosto se viraliza.
Suele repetirse -erróneamente- que la radio «es un invento nuestro”. O que aquella fue «la primera emisión de radio de la historia» (las emisiones anteriores tenían un carácter experimental). Sucede que el estadounidense David Sarnoff y el italiano Guillermo Marconi ya habían hecho una experiencia similar.
Luego de aquella primera experiencia grupal, surgió Radio Argentina (también llamada Sociedad Argentina de Broadcasting, Broadcasting de Crítica y Radio Prieto-Argentina), la primera estación de radio de emisiones regulares en Argentina y la primera de habla hispana en el mundo. Tiempo después llegarían Radio Sudamericana, Radio Brusa (luego Excelsior), Radio Splendid, Radio Prieto, Radio Nacional y cientas más.
Voces como las de Niní Marshall, Oscar Casco, Antonio Carrizo, Cacho Fontana, los cinco grandes del buen humor, Héctor Larrea, Juan Alberto Badía y tantísimos más construyeron una fuerte historia. Con la llegada de las redes sociales y la fuerte era de lo visual, la radiofonía sigue reinventándose.