Eduardo Salvio llegó a Boca hace pocas semanas para darle algo que al Xeneize, por momentos, le faltaba: velocidad, dinámica y precisión en los últimos metros. Sangre nueva para contagiar a sus compañeros. Su arribo fue una de las novelas del mercado, que Daniel Angelici pudo destrabar sobre el final del receso.
Mientras tanto, el futbolista de 29 años ya empezó a pagar con goles la confianza del equipo: este miércoles -aunque fue suplente y entró cuando quedaban poco más de 15 minutos- anotó el segundo tanto, el 2 a 0 que cerró la victoria ante Athlético Paranaense, por la Copa Libertadores. Fue su primer grito con la camiseta del Xeneize.
Salvio tiene una relación particular con Boca. A pesar de que creció, se formó y debutó en Lanús, su amor por Boca lo heredó de su madre, fanática del equipo. Tota llevaba a su hijo cuando apenas era un niño a ver al Xeneize. Iban a una de las populares más altas, pero desde ahí Salvio comenzó a enamorarse de los colores.
Aunque llegó hace dos semanas, Salvio parece estar adaptado al club. Gustavo Alfaro lo lleva despacio y, por el momento, suele jugar de suplente. Pero en breve tendrá un lugar entre los titulares. Su nivel le permite confiar.
Este miércoles entró en el segundo tiempo y fue infalible: apenas jugó un cuarto de hora y la metió. Fue sobre el final, cuando la serie ya estaba resuelta, pero nadie le sacará la emoción de haber cumplido su sueño y el de su madre.