Con temperaturas que por momentos desciende a menos de diez grados bajo cero, las tres Fuerzas Armadas entrenan durante 25 días en la cordillera neuquina para prepararse a integrar en 2020 las futuras dotaciones en las bases argentinas desplegadas en la Antártida.
El lugar de este entrenamiento es la zona de Caviahue-Copahue que tiene condiciones climáticas semejantes al continente blanco.
Forma parte de un curso de ocho meses que inicia en marzo y se extiende hasta fines de octubre, y que dentro de su formación tiene una etapa práctica en la zona neuquina desde agosto a septiembre. Es un requerimiento obligatorio para el futuro personal que integrará las dotaciones en el continente más austral durante el próximo año.
“Los cursantes adquieren los conocimientos y el adiestramiento para poder cumplir sus funciones en la Antártida. Es por eso que estamos en un ambiente similar al antártico, donde aprenden y se adiestran en varias disciplinas”, informó el coronel Carlos Montenegro, director de la Escuela Antártica Conjunta, que depende del Comando Conjunto Antártico.
Es un entrenamiento físico e intelectual para prepararse a las exigencias psicofísicas, a las extremas condiciones meteorológicas y al aislamiento que se verán expuestos en los hielos polares.
En el curso dictado por el Comando Conjunto Antártico, los participantes reciben instrucción de supervivencia, esquí, operación con botes neumáticos, navegación terrestre, conducción de vehículos antárticos, actividades de mantenimiento de base y operación con aeronaves.
Las actividades sobre agua se realizan en el Lago Caviahue.
Montenegro explicó que esta etapa tiene momentos donde se experimenta la diferencia entre vivir en el centro de adiestramiento que es similar a una base Antártica y otra donde se pasa la noche en una zona cercana a Copahue.
Señaló que esta última es “similar cuando en la Antártida se hace alguna patrulla o tarea fuera de la base en las cuevas de nieve o en los iglúes que ellos construyen y se hace para que tengan la experiencia de esa forma de pernoctar fuera de las base”.
Gran parte de esta etapa del curso transcurre en el Centro de Adiestramiento Antártico de Caviahue que es casi una réplica de una base. Tiene un dormitorio principal, una cocina, una enfermería y una sala de comunicaciones.
En Caviahue se encuentran 120 participantes entre cursantes e instructores. Entre ellos hay dos miembros de la Dirección Nacional del Antártico, once del Servicio Meteorológico Nacional, dos maestros de Tierra del Fuego postulantes a desempeñarse en la escuela de Base Esperanza y dos oficiales del Programa Antártico Uruguayo que cumplirán funciones en la base Antártica Artigas.
Durante la estadía en la cordillera neuquina, los aspirantes se levantan cada día a las siete de la mañana , reciben las directivas de los instructores y llevan a cabo la actividad que se prolonga hasta las 17. Luego regresan para descansar.
El paisaje de Copahue es muy similar a la Antártica. Nos sacamos unas fotos y parece mucho, por la falta de vegetación, por el relieve, por la nieve, y por todo el ambiente que presenta la zona”.
El entrenamiento es en una zona cercana a un refugio que tiene el Regimiento de Infantería de Montaña 21, que está en Las Máquinas. Un lugar intermedio entre Caviahue y lo que es el pueblo de Copahue. “Algo muy importante para nosotros es que se conozcan con situaciones difíciles, con el esfuerzo y en el trabajo en equipo”, destacó Montenegro.
Previo a esta etapa práctica cada uno se capacitó de acuerdo a la tarea que realizará en la Antártida ya sea como carpinteros, médicos, mecánicos y cocineros, entre otras.
Montenegro graficó que durante el curso en Neuquén los cocineros preparan los platos con víveres que se usan en la Antártida.
“Los víveres que se llevan en realidad no difieren mucho de lo que uno pueda tener acá en el continente. Pero como en la Antártida se llevan una vez por año, algunos tienen ciertas particularidades como el huevo en polvo, la leche en polvo y las verduras son todas enlatadas”, aclaró.
Por esta razón dijo que se busca que a lo largo del año que los cocineros se adiestren “con este tipo de víveres para realizar los distintos menús y también en lo que es repostería y panadería”.
Los carpinteros hacen tareas propias de una base antártica como puede ser construcción de muebles, reparación de aberturas, fabricación y mantenimiento de trineos de madera.
Los mecánicos hacen trabajos con instalaciones sanitarias, de gas, equipos de calefacción, cámaras frigoríficas, planta de tratamientos, de agua y de vehículos de nieve.
Por su parte, los médicos y los enfermeros adquieren conocimientos generales porque allá pueden tener que realizar tareas de distintas especialidades.
La Fuerza Aérea practica sus operaciones desde Loncopué
La Escuela Antártica Conjunta trabaja a la par con la Fuerza Aérea con operaciones desde Loncopué.
Se trata del Ejercicio Glaciar que se repite cada año donde se hacen maniobras con todas las aeronaves que operan regularmente en la Antártida. Hay helicópteros, el avión Twin Otter y el Hércules C-130, entre otros.
“Con la particularidad que el avión aterriza sobre glaciares en la Antártida y acá lo hace sobre terreno nevado. Se aprovecha a realziar el adiestramiento en esta zona y nuestros concursantes aprenden también a guiar y abordar todo tipo de aeronaves y en medidas de seguridad”, informó Carlos Montenegro.
En febrero de este año el país logró una maniobra histórica en la Antártida. Un avión DH6 Twin Otter de la Fuerza Aérea Argentina unió la base antártica Marambio con la Belgrano 2, y fue un viaje inédito entre la Base Marambio con la Unidad más austral de la Argentina.
Fue un paso más que se inició en 1942, cuando por primera vez en la historia un avión argentino surcó los cielos del continente blanco.
La recta final de la preparación
Una vez que concluya la etapa más práctica en Caviahue, seguirá otra de capacitación general sobre política antártica, geografía antártica, biología, protección medioambiental, meteorología y sanidad, entre otros temas. En el caso de los que se desempeñen el próximo año como jefes de base serán instruidos en administración.
“En estos ocho meses tratamos que el concursante adquiera la mayor cantidad de conocimientos para cumplir correctamente sus funciones el próximo año en la Antártida”, subrayó Montenegro.
El curso empezó en marzo y se va a extender hasta fines de octubre. Una vez concluido empiezan a trabajar por dotación y comienzan a recibir cada una de las cargas que tienen que transportarse a las bases. “Llámese víveres, repuestos, y todos los insumos necesarios para abastecer las bases”, precisó.
Comentó que el futuro personal de las dotaciones prepara las cargas y la entregan en el Puerto de Buenos Aires, al buque que tienen asignado para hacer ese relevo.
“Generalmente es el rompehielos Almirante Irizar, pero a veces se usan otras barcos de menor porte que también apoyan la actividad antártica, y la van a recibir en las bases cuando se hagan los relevos de dotación”, explayó.
En los meses de verano es el momento de los relevos de las distintas bases en la Antártida, y aquellos que ya estuvieron un año regresan al continente.
La experiencia de tres campañas Antárticas
“Como siempre se dice, la Antártida te atrapa. Preferís volver, quedás muy identificado con la tarea que se realiza allá”, declaró Montenegro que participó en tres campañas anuales en el inhóspito continente.
Reveló que tuvo “una muy buena experiencia” y contó que una vez estuvo alojado con su familia en la Base Esperanza. Es un lugar con científicos, maestros de escuela, dotación de Ejército y Aeronáutica y sus respectivas familias.
La última vez que formó parte de una dotación fue en 2013 donde fue jefe de la Base Esperanza. Al narrarlo no oculta sus ganas de regresar.
El entrenamiento se hace desde 2012 pero la vinculación viene desde mucho antes , cuando hace más de sesenta años Hernán Pujato, pionero de la Antártida, vio el potencial de la cordillera neuquina, así lo informó Rio Negro.