Avanzan diversos proyectos que vinculan a estudiantes y egresados con empresas de tecnología. Los casos de las universidades de La Matanza, La Plata y la UBA.
Es el modelo de vinculación empresa-conocimiento más exitoso, productivo y desarrollado del planeta. Y comienza a tener réplicas incipientes en el país: las universidades nacionales ahora buscan moldear sus propios “Silicon Valley” para facilitar el acceso de sus estudiantes o egresados al mundo del trabajo y favorecer la radicación de empresas de tecnología.
En el mundo académico estatal hay algunas propuestas avanzadas y otras que comenzaron a dar sus primeros pasos. La Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), por ejemplo, tiene -desde hace cuatro años- un Centro de Desarrollo e Investigaciones Tecnológicas, un laboratorio donde los estudiantes hacen proyectos bajo la dirección de las empresas.
Catorce empresas ya se instalaron en ese polo, donde trabajan más de 130 estudiantes de las carreras de Ingeniería y de Sistemas. Hay oficinas específicas para las empresas y otras comparten espacios laborales bajo la modalidad «coworking». Además, funciona un auditorio de uso común y salas de reunión.
«El polo permite que los alumnos pasen a trabajar dentro del campus de la universidad el tiempo promedio que antes invertían para ir a sus lugares de empleo. Tres horas de viaje para ir y venir al centro porteño. Tienen más comodidad, más horas de estudio y la oficina a minutos de las aulas», explicó a Clarín el rector de la universidad, Daniel Martínez.
Los alumnos que se incorporan a estas propuestas tienen un ingreso establecido por convenio de 16 mil pesos y a medida que avanzan llegan a 25 mil. Los egresados pueden seguir sólo seis meses en la modalidad, luego ya se hace cargo la compañía para la que trabaja. Además, los estudiantes deben mantener un riguroso régimen de cursada(cuatro materias por año), que les permite mantenerse en el programa y graduarse en tiempo y forma, mientras adquieren experiencia profesional.
Para que se acerquen los emprendedores, la UNLaM ofrece facilidades: no pagan alquiler y se les garantiza instalaciones adecuadas. Solo tienen que poner el equipamiento para los becarios. Pero el capital humano sería el principal atractivo. El departamento de Ingeniería de la universidad, por ejemplo, -entre las carreras de Informática y Electrónica- tiene entre 7 y 8 mil alumnos.
La mayoría de las empresas tecnológicas instaladas son firmas que se dedican a la realidad virtual, la realidad aumentada y la realidad mixta (realidad virtual combinada con aumentada). También hay especializadas en videojuegos.
«El ingreso al mundo laboral de los alumnos, acompañado por buenos salarios, actúa como un fuerte incitador a disminuir el ritmo académico o incluso el abandono de la carrera. Esto explica al menos el 30% del desgranamiento producido a partir del tercer año de estudios», explicó Martínez. Por eso, buscaron esta salida: el trabajo al lado de la universidad.
El parque tecnológico de La Matanza está muy lejos del norte de California, donde funciona la usina de negocios de gigantes como Google, Facebook, Yahoo, Intel, Cisco, Linkedin, tanto en distancia como en volumen. El «valle de silicio» -traducción de Silicon Valley- tiene dimensiones casi inabarcables. Es casi una ciudad. Pero el modelo que se busca imitar en San Justo, en el corazón del Conurbano, es el mismo.
La Universidad de La Plata (UNLP), en tanto, apunta a la misma dirección. Integra el consejo consultivo del Polo Informático platense que congrega a unas 65 empresas de desarrollo de software. Allí convocan un promedio de tres alumnos en cada emprendimiento. Muchos lo hacen en horarios nocturnos o de madrugada porque están contratados por empresas de Europa, Asia e India. Hay ya empresas de peso, como Globant, incluidas en la iniciativa.
Christian Weberm prosecretario de Vinculación Tecnológica de la UNLP, explicó que también está en marcha un centro tecnológico de procesamiento de madera para el procesamiento integral, desde el tronco hasta la fabricación de muebles, casas, cajonería para el cinturón hortícola y de los residuos que genera para bioenergía.
«El centro funciona en el campo experimental de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales e involucróuna inversión cercana a los 4 millones de dólares. Allí la carrera de Ingeniería Forestal desarrolla toda la parte de docencia e investigación en industrias de la transformación mecánica y química».
La UBA también promueve el vínculo entre «sus sistemas de ciencia y tecnología y el sector productivo». Para eso, se creó la Unidad de Vinculación Tecnológica de la UBA (Ubatec) donde se incuban empresas. Por ejemplo, el Laboratorio de Estudios Genómicos que hace soporte tecnológico a las principales semilleras argentinas.
Las autoridades de la Universidad de Buenos Aires mencionaron además que ya funcionan 4 centros de emprendimiento distribuidos en distintas facultades y una incubadora de empresas en la Facultad de Agronomía, informó El Clarín.