Durante dos días se realizó un taller con gran interés de sus participantes y se desplegó una exposición fotográfica minimalista con el título «La Luz Descalza», que permanecerá abierta en la sala cultural «Elisa Gort», ubicada en la biblioteca con asiento en la avenida Rawson (primera fila) al 1200, hasta el jueves 19 de septiembre.
«Estamos imbuidos en esta temática desde hace más de una década. Y seguimos aprendiendo. Todo es un aprendizaje», señaló Giallorenzi a poco de iniciar su último encuentro en Playa Unión, con el que culminaron un circuito iniciado la semana pasada en Gaiman con actividades similares.
«Estoy coleccionando fotografías desde hace muchos años. Desde 2014, año del centenario del nacimiento de Cortázar, enfaticé este trabajo», explicó. Recordó también que el escritor vivió casi cinco años en Chivilcoy (Provincia de Buenos Aires) como docente de la Escuela Normal de esa ciudad. «Ese es mi lugar de nacimiento y actual residencia», dijo. Se refirió también a una especial vinculación del autor con su familia y a la existencia aún de ex alumnos que lo recuerdan en Chivilcoy.
«El haiku no es muy popular ni muy conocido. Y no encuadra como convocatoria multitudinaria. Por eso nos sentimos cómodos y contentos con los pequeños grupos. Están los que tienen que estar. Este momento -continuó- es muy particular y a pesar del clima hubo una respuesta interesante, contando con gente cercana a los libros y a la escritura de una u otra manera».
MINIMALISMO Y «HAIKU»
Con respecto a la muestra fotográfica minimalista «La luz descalza», Giallorenzi consideró que «tiene mucho que ver con el ‘haiku’ porque responde a lo necesario que tiene que poseer una imagen. Lo menos es más. Tiene más de un punto en común con el ‘haiku’. Es la síntesis, lo esencial».
El escritor y especialista describió al ‘haiku» como «un conjunto de tres versos, sencillos de leer y con un tiempo para su comprensión. Es como la cebolla por las sucesivas capas que se van sacando, invitando a investigar en el aquí y en el ahora con lo que nos rodea», graficó. En tal sentido ilustró con ejemplos de su permanencia en la zona y su experiencia con el descubrimiento personal de pájaros con trinos desconocidos.
El género poético japonés despertó en su momento el interés de Jorge Luis Borges, quien incluyó el título «Diecisiete haiku» en su libro «La cifra» (1981), así lo informó El Chubut.