Este mamífero se adentra cada vez más en Catalunya, que instala trampas para capturarlos y sacrificarlos, a pesar que solo hay varios centenares. Dicen que amenazan el equilibrio ecológico.
Entró hace una década en Catalunya procedente de Francia. Se instaló primero en las cuencas de los ríos gerundenses Muga y Fluvià, pero este verano ha sido avistado también en el Ter, con lo que se está expandiendo dirección sur. El coipo (myocastor coypus) es una especie invasora originaria de Sudamérica (principalmente de Argentina) y los expertos consultados afirman que ha venido para quedarse.
La noticia se conoce luego de que el ayuntamiento de Madrid anunciara un plan para exterminar a 12.000 cotorras argentinas que han invadido la capital española.
Entró hace una década en Catalunya procedente de Francia. Se instaló primero en las cuencas de los ríos gerundenses Muga y Fluvià, pero este verano ha sido avistado también en el Ter, con lo que se está expandiendo dirección sur. El coipo (myocastor coypus) es una especie invasora originaria de Sudamérica (principalmente de Argentina) y los expertos consultados afirman que ha venido para quedarse.
La noticia se conoce luego de que el ayuntamiento de Madrid anunciara un plan para experimentar a 12.000 cotorras argentinas que han invadido la capital española.
La Generalitat “instala trampas para capturarlos y sacrificarlos en el Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà”, pero poco más hace fuera de esta zona protegida, explica Santiago Palazón, biólogo del servicio de fauna y flora del departamento de Territori i Sostenibilitat de la Generalitat.
Los arroceros de Pals ven en este mamífero de aspecto similar a una rata de gran tamaño una amenaza para sus cultivos. “Come mucha hierba, se alimenta sobre todo de los cultivos que encuentra al lado de los ríos, como los arrozales, y excava galerías debajo de los campos de casi diez metros de longitud, provocando que se hundan a veces”, alerta Palazón. “En la Camarga francesa se ha convertido en una auténtica plaga”, señala Joan Pino director del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals y catedrático de Ecología de la Universitat Autònoma de Barcelona.
El crecimiento de la población de coipo y su expansión por el territorio ponen en peligro la fauna y flora locales. “Compite por alimento con especies nativas, como la rata de agua, y altera los ecosistemas fluviales”, explica Pino. El director del Creaf advierte también que “es vector de distintos patógenos humanos, como la duela del hígado”.
Palazón indica que “se desconoce su población actual en Catalunya”, que estima en “unos varios centenares”. Lo que sí se sabe es que su crecimiento es rápido debido a su “gran capacidad de reproducción, de entre cinco y siete crías al año”, explica el biólogo y catedrático. Tampoco tiene “prácticamente depredadores”, indica Palazón. “La nutria lo es, pero hay muy poco ejemplares”, añade.
No es la primera vez que el coipo trata de asentarse en Catalunya. En la década de los años 70 se escaparon varios ejemplares de granjas de cría de coipos, pero no sobrevivieron “debido a su escasa capacidad de adaptación a temperaturas bajas”, explica Pino. Los ejemplares actuales descienden de coipos escapados de explotaciones francesas y que sí han logrado sobrevivir.
Más allá de Catalunya, también hay poblaciones de coipos en el nordeste del País Vasco y el norte de Navarra (cuencas de los ríos Bidasoa, Oiartzun, Urumea y Oria). Estos animales proceden de poblaciones francesas asentadas al otro lado de la frontera y que, al igual que en Catalunya, han aprovechado los pasos fronterizos no montañosos para cruzar de Francia a España.
El coipo forma parte del 13% de las 1.330 especies exóticas detectadas en Catalunya que tienen un comportamiento invasor, según el departamento de Territori i Sostenibilitat.
En Argentina este mamífero se encuentra en estado vulnerable debido al deterioro del hábitat.
También sufre las consecuencias de la pesca excesiva por parte del hombre, ya que su piel tiene un alto valor económico. Aunque también se lo mata para consumir su carne.
El coipo mide de 68 a 100 cm de largo y llegan a pesar de 6 a 10 kg. Y está en peligro de extinción.
Se reproducen en primavera y también en verano. A las pocas horas de nacer las crías ya pueden nadar sin dificultad, y cuando pasan dos días pueden comer alimento sólido, así lo informó El Clarín.