Una especialista del del Barómetro de la Deuda Social en la Infancia de la UCA señaló que «un niño pobre tiene cinco veces menos posibilidades que uno de sector medio de que le festejan su cumpleaños».
A dos de cada diez niños en Argentina no le festejaron su último cumpleaños y un 45,5% no tiene libros en sus casas, según datos presentados este jueves en la conferencia anual del Centro para la Evaluación de Políticas basadas en Evidencia (CEPE), donde especialistas coincidieron que si bien el hambre es el mayor problema, la estimulación también es clave.
«A dos de cada diez niños menores de cuatro años no le festejaron su último cumpleaños, y este indicador se disparó a partir de la crisis económica porque antes venia muy estable», señaló Ianina Tuñón, responsable del Barómetro de la Deuda Social en la Infancia de la UCA.
La especialista indicó que desde el Observatorio consideran el festejo del cumpleaños «muy importante en la estimulación emocional y social del niño y en la construcción de su identidad, ya que tiene la posibilidad de reconocer a otros y en otros roles».
En relación a otros indicadores de estimulación intelectual y emocional, Tuñón describió que el 45,5% de los niños hasta 4 años no tiene libros infantiles en su casa y que al 34,3% no les leyeron un cuento en el último año».
La estimulación es sólo una de las patas de los indicadores que la especialista del Barómetro presentó en la apertura de la Conferencia Anual del CEPE, perteneciente a la Universidad Torcuato Di Tella, que este año se convocó bajo el nombre «Futuro de la infancia en la Argentina: mapa actual y políticas pendientes».
Desde el Barómetro recordaron otros datos como que el 51,8% de los hogares de niños menores de 4 años se encuentran bajo la línea de pobreza mientras que uno de cada diez está en pobreza crítica o grave, lo que implica que el 12,9% tiene inseguridad alimentaria severa.
En ese contexto, el neurocirujano Facundo Manes recordó la «importante evidencia que hay sobre el impacto de la pobreza en el desarrollo cognitivo de la persona», y aseveró que «en un contexto de escasez, los recursos cognitivos se ponen al servicio de la supervivencia y no se puede proyectar».
El fundador de la Fundación Ineco reafirmó, a través de evidencia, que «tanto la alimentación como el estímulo» son clave en el desarrollo intelectual del niño, y desterró el mito de que «lo que no se hizo en los primeros 1.000 días de vida ya no se podrá hacer» porque, explicó, «el cerebro tiene plasticidad hasta el último día de vida de una persona».
Presente en el panel de apertura, el diputado Daniel Arroyo, una de las personas que suena más fuerte como futuro ministro de Desarrollo Social, reiteró ante el auditorio el proyecto de la creación del Plan Nacional Argentina contra el Hambre, que conformaría un Consejo y un Observatorio que planifiquen y controlen que la política sea efectiva.
«Paralelo a atacar el hambre hay que generar un conjunto de políticas que permitan mejorar los ingresos de las familias a través de acciones concretas en la construcción, producción de alimentos, textil, cuidados y reciclado, que son los que emplean a los sectores más vulnerables», sostuvo.
El diputado señaló que «para llevar adelante estas propuesta no hay que hacer nada fundacional sino, por el contrario, trabajar con lo que ya está en marcha porque en Argentina hay una enorme red de organizaciones de la sociedad civil y la iglesia».
Y agregó que, «a la vez, las políticas deben diseñarse de abajo hacia arriba, porque lo que funciona en una ciudad de Río Negro puede no funcionar en Jujuy».
Durante el resto de la jornada, que finalizó pasadas las 14 en la Universidad Di Tella en el barrio porteño de Núñez, se analizaron políticas de primera infancia con diferentes ejemplos de localidades y pruebas piloto con sus impactos, informó Télam.