Alberto Fernández dedicó las últimas horas de ayer y las primeras de hoy a gestionar apoyos internacionales para las denuncias contra un golpe de Estado en Bolivia y para respaldar a Evo Morales, quien ayer renunció a la presidencia.
Fernández se contactó telefónicamente con los mandatarios de Chile, Sebastián Piñera; de Perú, Martín Vizcarra; y de Paraguay, Mario Abdo, además del expresidente de Brasil Lula Da Silva.
«Habló con todos de lo que está pasando en Bolivia. Quiere que la comunidad internacional entienda que hubo un golpe de Estado», informaron a LA NACIÓN en el entorno de Fernández.
El presidente participa en el Centro Cultural de la Cooperación de una charla junto con el excandidato presidencial chileno Marco Enriquez-Ominami, uno de los articuladores del Grupo de Puebla.
Convencido de que en Bolivia se perpetró un golpe de Estado e indignado con el papel que desempeñó la Organización de Estados Americanos (OEA), Fernández se había comunicado en primer término con los presidentes Pedro Sánchez (España), Emmanuel Macron (Francia) y Manuel López Obrador (México) para advertir sobre lo sucedido. Lo mismo había hecho ayer con Mauricio Macri, para pedirle que proteja a los funcionarios de Evo Morales que soliciten asilo en la embajada argentina en ese país. El diálogo con Macri no se repitió hoy.
La preocupación de Fernández por la integridad física del presidente depuesto de Bolivia se tradujo también en una gestión ante la expresidenta de Chile Michelle Bachelet, por intermedio de Enríquez-Ominami, para que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) garantice un salvoconducto para que Morales pueda llegar hasta el aeropuerto y viajar hacia México, país que le ofreció asilo político. Así se lo hizo López Obrador saber al presidente electo argentino, informó La Nación.