Se reunirán en las próximas horas. El presidente electo piensa en un superministro de Economía. Cristina decide cargos en el Senado y Máximo será clave en Diputados.
Alberto Fernández puso, en papel, el esquema de gobierno con que se prepara para asumir el 10 de diciembre. Lacró, para cada casillero, un nombre pero flotan, en zona gris, áreas clave–sobre todo economía- donde no terminó de definir el formato.
El presidente -que evolucionó de «electo» a «proclamado»- apuró charlas con gobernadores, sindicalistas y dirigentes, y se reunirá en estas horas con Cristina Kirchner que tenía vuelo de regreso para el sábado por la noche, desde Cuba.
La vicepresidenta electa estuvo dos semanas en La Habana con su hija Florencia. Siguieron conectados on linecon Alberto Fernández -en particular tras el golpe en Bolivia-, pero no repiten, desde entonces, las habituales largas charlas mano a mano en Recoleta.
Hablan varias veces al dia: el sábado analizaron los dichos -y la interpretación mediática- del papa Francisco sobre el lafware y compartieron el alerta sobre Bolivia. Rondaron versiones de que los muertos triplican los difundidos oficialmente en ese país.
En esa micro mesa de poder, atmósfera a la que ocasionalmente acceden Máximo Kirchner y Santiago Cafiero, Alberto hará un peinado del diagrama de gobierno para cruzar impresiones y criterios con Cristina. “No habrá ni vetos ni imposiciones”, deslizan.
Fernández prefiere un superministerio de Economía que incluya, como secretarías, Producción y Agro, pero no ordenó, todavía, las piezas. Otro ítem en veremos es Obras Públicas: no se sabe si incluye o no Transporte.
«Cristina es muy respetuosa: no pidió nada y no objetó nada. Quizá no tenga la misma visión en todo con Alberto, pero está claro que las definiciones pasan por el presidente», apuntan a Clarín desde el albertismo.
En el TEG panperonista, Fernández asume que Cristina fijará la dinámica del Senado, donde además de presidir, designará a quien ocupe la presidencia provisional -sería Anabel Fernández Sagasti- y las secretarías.
El Senado es el «continente» donde mandará Cristina, asumen cerca de Fernández, que hace una matemática lineal: calcula que tendrá más de 35 votos para las leyes que pida y considera que si hay un gran bloque o dos bancadas en un interbloque es solo cuestión de formas.
La costura depende de si Cristina «contiene» al club de los gobernadores, donde hay un bloque numeroso -de entre 15 y 20, que conduce el cordobés Carlos Caserio-, le otorga un rol y le reconoce protagonismo.
Días atrás, en una charla con legisladores porteños, Fernández pidió sellar la unidad legislativa, pero en el Senado no es fácil. Dependerá de la muñeca –y la voluntad- de Cristina, que aún mantiene distancia con el PJ del interior.
Hay un espejo reciente: Cambiemos operó estos años con interbloque que juntó al PRO, la UCR y la Coalición Cívica. Cuando gobernó, el peronismo unificó y, uniformó, su expresión legislativa. Los Fernández podrían introducir otra lógica.
En ese puzzle, Máximo Kirchner se encamina a presidir el bloque del Frente de Todos en Diputados, idea que empuja Sergio Massa y que allanó, el martes, Fernández cuando invitó a tomar un café a Agustín Rossi. «Eso se resuelve en el Congreso», apunta Fernández.
Alberto convocó el santafesino, que conduce la bancada FpV-PJ, y lo instaló como futuro ministro de Defensa, un área que adquirió relevancia con el golpe de Estado en Bolivia, tras el ultimátum de las Fuerzas Armadas.
El tema militar, con el golpe boliviano, el rol en Chile y Ecuador, el juego político con Jair Bolsonaro en Brasil y la incursión electoral en Uruguay, adquirió una centralidad que hace un tiempo no tenía.
Fernández piensa en Rossi aunque desafía reglas íntimas con las que diseñó su gabinete: que no haya ex ministros, sobre todo de la era K, ni recurrir a legisladores.
Con Massa como jefe de la Cámara y Máximo diputado, dos figuras de vínculo sólido y fluido con Alberto, no sería una butaca cómoda presidir el bloque. Máximo parece dispuesto a dejar atrás el secretismo y el ropaje de monje que administra poder desde las sombras. Massa, con quien Kirchner opera en tándem, lo auspicia.
No aparecen, en el radar, casi variantes: Daniel Filmus o Cristina Alvarez Rodríguez, sugiere un conocedor de la interna panperonista, son posibles jefes en caso de que Máximo decida mantenerse replegado.
El formato de dos Kirchner visibles y con alto protagonismo político e institucional en el Congreso explica otro fenómeno: la presencia K en el gabinete de Alberto sería, al final, menor de lo supuesto.
Eduardo «Wado» De Pedro en Interior y Rossi en Defensa -el santafesino es peronista K pero no camporista- asoman como las expresiones de más peso, más allá de lugares menos duros como Cultura. O del PAMI, donde aparece Luana Volnovich, informó Clarín.