Este domingo asumen los nuevos titulares de la Comisión Europea. El Brexit será otro desafío.
La Unión Europea cierra 2019 estrenando nuevo gobierno. La Comisión Europea se renueva a los mandos de la conservadora alemana Ursula Von der Leyen y el rumbo puesto en una primera prioridad política, la lucha contra la crisis climática. El Brexit seguirá en la mesa de Bruselas, pero el brazo ejecutivo de la UE centrará su labor en gran parte en proponer y aprobar medidas contra el calentamiento global.
Hace cinco años, cuando la crisis climática no parecía tan urgente, la Comisión de Jean-Claude Juncker arrancaba centrada principalmente en economía y empleo. Era 2014 y Europa se curaba todavía las heridas de la mayor crisis financiera de su historia. Cinco años después el desempleo está en mínimos históricos aunque las medidas de ajuste lanzadas sobre todo a partir de 2011 provocaron fuertes aumentos de la desigualdad y de la precariedad del empleo.
Von der Leyen asume con una situación económica más tranquila aunque la economía europea apenas crece y con todos los focos puestos en la crisis climática. El Parlamento Europeo aprobó el jueves por una amplia mayoría una resolución por la que declara al bloque en estado de emergencia climática y exige a los gobiernos y a las instituciones comunitarias que actúen con rapidez y contundencia.
La resolución es simbólica pero los símbolos importan porque marcan prioridades y este es el pistoletazo de salida de unos meses en los que la UE debe presentar su ‘Pacto Verde Europeo’, su estrategia a medio y largo plazo para transformar la forma en que produce y consume energía y hacer que en 2050 la UE no emita gases contaminantes.
La resolución dice que Europa y el planeta entero están en plena “emergencia climática” y su aprobación sirvió para mostrar que en el Parlamento Europeo hay una mayoría suficiente para tomar decisiones ambiciosas contra la crisis climática, mayoría que será más difícil de encontrar entre los gobiernos del bloque. El texto es un grito a los gobiernos y una señal a los ciudadanos, sobre todo a los jóvenes, movilizados desde hace meses exigiendo medidas contra el calentamiento global.
Los ecologistas empujarán para que la UE vaya incluso más allá de lo que pide la resolución aprobada el jueves. Quieren que el objetivo de reducción de emisiones aprobado para 2030 aumente del 55% fijado al 65%, que se suprima cualquier tipo de financiación pública a los combustibles fósiles y que se reforme la Política Agrícola Común para que la UE sea neutra en emisiones de carbono no en 2050 sino en 2040.
Geneviève Pons, directora de la oficina en Bruselas del Institut Delors, explicó a Clarín que poner la crisis climática y lo digital (segunda gran prioridad) como asuntos principales es lo correcto “porque son las dos transformaciones mayores que la UE debe hacer en los próximos años. Tienen impacto en todas las demás políticas y en todos los sistemas productivos y una dimensión exterior más importante que en el pasado”.
Alberto Alemanno, titular de la Cátedra Jean Monnet del HEC de París, dijo que “mientras las prioridades parecen el cambio climático, la política digital y la inmigración, la Comisión Von der Leyen depende de tres fuerzas políticas –conservadores, socialdemócratas y liberales- que tienen puntos de vista muy diferentes en esas áreas políticas”.
Alemanno comparte una de las mayores críticas que se hacen al nuevo equipo a las órdenes de Von der Leyen, su falta de independencia política de los gobiernosy de iniciativa propia: “A pesar de que no hay duda de que la UE debería liderar la transición ecológica, esta Comisión no parece tener el peso político ni el apoyo suficiente de los Estados miembros para ser suficientemente ambiciosa”.
Pons recomienda que los cambios para la transformación energética que frena la crisis climática deben hacerse teniendo en cuenta el lado social: “Como mostró la crisis de los chalecos amarillos en Francia, la dimensión social de esas dos transiciones deberá ser fuerte, con formación en los nuevos empleos, financiación para luchar contra la pobreza energética y hacer aceptable el necesario aumento de precio de los combustibles fósiles”.
Los nombres fuertes del equipo
Von der Leyen, conservadora, se apoyará principalmente en tres personas. Su primer vicepresidente será el socialdemócrata holandés Frans Timmermans, encargado de todo lo que tenga que ver con la crisis climática y las medidas para hacerle frente. Tras él, la liberal danesa Margrete Vestager será el puño de hierro en guante de seda desde la cartera de Competencia contra los gigantes digitales estadounidenses y contra las multinacionales que buscan evadir impuestos y a la vez la responsable de que Europa prepare un salto en su desarrollo digital.
Como tercer peso pesado aparece el letón Valdis Dombrovskis, el hombre que controlará todas las carteras económicas, un ortodoxo agarrado a las políticas de austeridad y al ajuste casi permanente. Otras figuras importantes serán el nuevo ‘canciller’, el español Josep Borrell. O la checa Vera Jourova, encargada de hacer respetar el Estado de derecho ante la deriva iliberal de varios países del Este del bloque, principalmente Polonia y Hungría.
El cambio de Jean-Claude Juncker a Von der Leyen se notará desde el primer día porque la alemana no tiene ni por asomo el carisma del luxemburgués, un hombre que supo plantar cara a los gobiernos y que usó su retranca para salir de las situaciones más difíciles. Donde Juncker era un político, Von der Leyen parece una gestora, aunque en Bruselas se suele decir que en ciertas ocasiones el traje hace al monje.
Alemanno considera que la Comisión Von der Leyen es débil, “para empezar por su incapacidad para encontrar una mayoría parlamentaria permanente en el Parlamento Europeo. Incluso aunque la nueva Comisión consiguió el voto favorable del Parlamento, eso no significa necesariamente que sea capaz de encontrar compromisos políticos para sus propias propuestas”. Para este analista, “esta es la Comisión Europea y la UE más débiles que la historia recuerda”.
Pons no cree que la nueva Comisión Europea sea tan débil: “El voto de investidura mostró que la Comisión Von der Leyen tiene el apoyo de unos dos tercios del Parlamento Europeo. Es una buena señal, pero también es verdad que el fin del duopolio conservador-socialdemócrata y la progresión de liberales y ecologistas hace más complejo el juego parlamentario”.
El equipo de Von der Leyen empieza a andar con un mes de retraso después de que el Parlamento Europeo obligara a cambiar a los comisarios rumano, húngaro y francés y sin comisario británico porque Londres se negó a nombrar uno, una situación que deja a Von der Leyen en un vacío legal porque el Reino Unido sigue siendo miembro de la UE de pleno derecho y los tratados obligan a que haya un comisario por país, informó Clarín.