Llegó a las 8.50, impecable y de traje, rodeado por dos guardaespaldas. Miguel Díaz Canel, presidente de Cuba, debió esperar veinticinco minutos antes de su encuentro con el presidente Alberto Fernández, que de ese modo concedió la primera audiencia internacional de su presidencia.
La audiencia, que duró poco más de una hora, llegó luego del encuentro previo de Díaz Canel con el canciller Felipe Solá. Según el comunicado oficial, participaron además del encuentro el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, y la vicejefa de Jefatura de Gabinete, Cecilia Todesca.
«Durante el encuentro, los jefes de Estado destacaron la importancia de incrementar el intercambio de remedios y alimentos, con especial énfasis en medicamentos genéricos destinados a los adultos mayores de nuestro país», afirmó el comunicado oficial. «Vamos a avanzar en la cooperación mutua», dijo Fernández según el texto. «Tenemos un compromiso de hermandad con Cuba», expresó el Presidente.
A la salida, Fernández evitó hacer comentarios adicionales sobre el cónclave y solo se quejó por la falta de aire acondicionado en el salón Eva Perón, donde se llevó a cabo el encuentro con el cubano.
La muestra de buena sintonía con el presidente cubano contrastó con el enojo del jefe de la delegación norteamericana, Mauricio Claver Carona, quien abandonó el país al constatar la presencia del enviado de Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez, en la ceremonia de asunción de Fernández en el Congreso.
De todos modos, el Presidente tiene previsto recibir a la tarde al secretario adjunto del Departamento de Estado para asuntos del Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Michael Kozak.
Entre nuevos funcionarios que iban y venían, familiarizándose con sus flamantes despachos, pasó justamente Jorge Rodríguez, el poderoso ministro de Comunicación de Venezuela, cuestionado por la administración Washington. Con bajo perfil, según pudo saber LA NACION, el venezolano pasó a saludar al Presidente y el canciller, y luego recorrió varios salones del primer piso de Balcarce 50 junto a Marco Henriquez Ominami, el dirigente de izquierda chileno cercano a Fernández que coordina el grupo de Puebla, conformado por dirigentes de la centroizquierda latinoamericana.