Frente a la tendencia general de clausurar fronteras y decretar encierros obligatorios para frenar la expansión del coronavirus, solo dos países en América Latina van a contracorriente de esta estrategia.
México y Nicaragua son los únicos de la región que no cerraron fronteras aéreas ni impusieron restricciones a la entrada de viajeros por avión. Tampoco anunciaron cuarentenas obligatorias ni toques de queda.
Esto, pese al aluvión de críticas recibidas por algunos expertos y parte de la población, que mira con recelo lo que ocurre en otros países y se pregunta por qué sus gobernantes no adoptaron también este tipo de iniciativas.
Tanto México como Nicaragua decidieron priorizar frente al covid-19 otras medidas que consideran más efectivas en esta fase de la pandemia aunque, eso sí, las estrategias puestas en marcha hasta ahora por ambos son radicalmente distintas entre sí.
También difieren en sus motivos para descartar actuaciones más drásticas, pero sí coinciden al recordar el grave impacto económico que podrían suponer en países donde más de la mitad de la población vive en la pobreza y trabaja en la informalidad.
Encontrar ese balance entre salud y economía —y, sobre todo, convencer a la sociedad del por qué de su estrategia— está siendo sin duda otro de los grandes desafíos para ambos gobiernos dentro de su gestión de la pandemia actual.
¿Qué medidas se tomaron en México?
Desde que en México se dio a conocer el primer contagio de coronavirus el 28 de febrero, muchos cuestionaron por qué el segundo país más poblado de América Latina no tomaba medidas más severas antes de que aumentaran los casos.
También cuando, en plena conferencia sobre el coronavirus, AMLO mostró los escapularios que lleva en su cartera como escudos protectores. «Eso es lo que protege (…), son mis guardaespaldas», dijo.
«El comportamiento del presidente López Obrador es un ejemplo sumamente peligroso que amenaza la salud de los mexicanos», expuso este jueves en un comunicado la organización de Derechos Humanos Human Rights Watch, que acusó al mandatario de tener un «desinterés temerario en brindar información veraz sobre la pandemia».
El gobierno subraya que cada medida se implementará en su debido momento pero, ante las críticas, recuerda cómo el 14 de marzo -cuando solo había unos 40 casos confirmados- ya adelantó parte de la fase 2 de su plan de contingencia previsto para un escenario con cientos de contagios.
Como consecuencia, desde este lunes todas las escuelas están cerradas y se dio inicio a una «jornada nacional de sana distancia» por un mes, en la que se recomienda a las empresas suspender actividades no esenciales o permitir que se hagan desde casa de manera remota, así como reprogramar eventos masivos.
No fue sin embargo hasta el 19 de marzo que el gobierno recomendó (que no obligó) de manera pública a la población que se quedara en casa «si no es indispensable» salir.
Este lunes, también entró en vigor en Ciudad de México el cierre de bares, cines, teatros y espacios deportivos —no afecta por el momento a restaurantes—.
Aún sin cuarentena obligatoria, el tránsito de vehículos y usuarios de metro se redujo en un 60%, según las autoridades capitalinas.
Finalmente, horas después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) informara que México entró en una fase de transmisión comunitaria (no solo de casos importados), el gobierno anunció este martes el inicio de la fase 2 de su plan cuando registraba cuatro muertos y casi 400 casos de contagio.
¿Qué medidas se tomaron en Nicaragua?
La situación en Nicaragua y las (pocas) medidas puestas en marcha hasta la fecha frente al covid-19 son muy diferentes a las mexicanas.
El país centroamericano no anunció su primer caso de coronavirus hasta el 18 de marzo, casi tres semanas después que México.
Pero su gobierno ya había sido muy cuestionado por contradecir las recomendaciones sanitarias internacionales de evitar multitudes al convocar pocos días antes una marcha ciudadana llamada «Amor en tiempos del covid-19».
«Porque es el mundo entero el que está enfrentando la pandemia del covid-19, Amor en tiempos del covid-19, unidos en barrios, comarcas y comunidades para cuidarnos juntos», dijo la vicepresidenta Rosario Murillo al anunciar la marcha.
Tras conocerse los primeros contagios, el gobierno nicaragüense desplegó a cientos de brigadistas para acudir casa por casa y ofrecer información y consejos de prevención sobre el coronavirus.
Pero esta estrategia de salud comunitaria, muy efectiva en el país ante la propagación de otras enfermedades ya conocidas como el dengue, no es en absoluto adecuada frente al nuevo coronavirus, critican expertos.
«Estamos ante una epidemia con un virus altamente contagioso y las medidas deberían ser diferentes. Se procedió con las visitas, que entiendo que parte de la población rechazó y dejó a algún personal sanitario también incómodo con la iniciativa», dice Miguel Orozco, especialista nicaragüense en salud pública.
«Cualquier aglomeración o acercamiento de más de un metro no se debe hacer, porque pone en peligro a quien va a esa casa a educar y a la familia que lo recibe», coincide el epidemiólogo nicaragüense Leonel Argüello.