El actual «cisne negro» no tiene antecedentes y se desconocen sus alcances. Se escribirá un nuevo capítulo para saber si se está al borde de un precipicio o si por el contrario, se generara una ola de reactivación productiva.
Hay que remontarse al martes 29 de octubre de 1929, más comúnmente conocido como el martes negro o crac del 29, porque ese día en Estados Unidos se originaba una fuerte caída de la Bolsa de valores de Nueva York que iba a cambiar para siempre las relaciones económicas y el sistema financiero internacional.
La gran depresión tuvo efectos desbastadores en la gran mayoría de países. No discriminó la renta per cápita de las naciones ni la cantidad de reservas de los bancos centrales.
El comercio internacional descendió entre un 50% y un 66%, el desempleo en los Estados Unidos aumentó al 25%, y en algunos países alcanzó el 33%. Ciudades de todo el mundo se vieron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la industria pesada. Se produciría una crisis estructural que afectó la actividad económica y fue acompañada por una reducción de la demanda de importaciones y préstamos de Estados Unidos hacia Europa y el resto del mundo.
Así como la pandemia actual golpea las finanzas públicas de los países, profundizando los déficits fiscales, generando un posible aumento del desempleo mundial, que ya se ve reflejado en los más de 3 millones de subsidios por desempleo solicitados en Estados Unidos, hace más de 90 años, en la década del 30 la población se veía inmersa en un clima de alta incertidumbre y miseria.
Por otro lado, en 1987 el mundo fue testigo del lunes negro, que fue un shock exógeno que afectó al mercado de valores de todo el mundo. La crisis fue provocada por un dólar sobrevalorado, el aumento de los tipos de interés y la formación de una burbuja especulativa en el mercado de valores. Hubo una sobrevaloración de las acciones y los mercados terminaron desplomándose. La sangría del índice Dow Jones fue reflejada en una caída de un -22% aquel lunes 19 de octubre.
¿Qué hay para decir del 2020?
¿acaso se puede encontrar alguna coincidencia con una crisis estructural como la gran depresión? ¿O será simplemente un shock exógeno el cual tendrá un rebote y crecimiento económico en el segundo semestre del año? ¿Qué consecuencia tendrá para la economía mundial?
Por lo pronto, todo dependerá de cuan largo sea el aislamiento y de las medidas efectivas que brinden los gobiernos. Es una crisis sanitaria que trae como repercusión la depresión del área económica a través del menor comercio entre países, caída de proyectos de inversión, perdidas millonarias en los mercados financieros, retracción del consumo.
Pero sobre todo, se pone en juego la vida de miles de personas. Va más allá de la estabilidad del sistema económico, sino que la sustentabilidad del planeta está en jaque. Esta crisis mundial replanteará para siempre la forma de vida de las personas, la cooperación de las personas y la relación con el medio ambiente.
Los inversores se preguntan hasta qué punto es probable que caigan las bolsas, durante cuánto pueden estar cayendo y cuánto tiempo tardará en promedio en recuperarse. Para eso una de las hipótesis a corroborar es: ¿Nos encontramos ante mercados bajistas a nivel mundial desencadenados por un fuerte shock pasajero o acaso estamos próximos a una crisis estructural? Otra las posibilidades es: ¿El coronavirus, es parte de una recesión producto del ciclo de la economía mundial?
El primero de los rumbos es por ejemplo lo ocurrido en épocas donde hubo fuertes eventos externos como la crisis del precio del petróleo o una guerra mundial o el atentado a las torres gemelas. El otro camino es lo acontecido en periodos donde estallaba una burbuja financiera como el caso reciente de la crisis inmobiliaria del 2007 o la burbuja tecnológica de las punto com en el año 2000. En estos casos se dio un fuerte un shock de precios, seguido de una deflación, generando recesión económica. La otra alternativa que se baraja es que sea una baja cíclica producto del ciclo económico. Esto puede ser provocado por el aumento de los tipos de interés, inminentes recesiones o caídas en los beneficios.
En primer lugar, desde 1800 a la fecha, si se evalúan los periodos bajistas en los mercados de Estados Unidos, tuvieron lugar 27 grandes períodos de turbulencia financiera. El promedio de caída de esos mercados fue de -38%. Si se evalúa cuál fue el tiempo necesario para volver a recomponer el nivel previo a la crisis, tomando como valor la mediana, que es el punto medio en el cual la mitad de las observaciones está por encima de ese valor y la otra mitad está por debajo del valor, el numero arroja 39 meses.
Es importante diferenciar y dar un marco de referencia a qué tipo de mercado bajista corresponde los efectos de la pandemia para poder estimar las pérdidas y prever el tiempo de recuperación. Hay que diferenciar 3 tipos de mercados bajistas: el primero es el mercado bajista estructural que en promedio a lo largo de los últimos 200 años produjo caídas del -57%, tuvo una duración de 42 meses y la recomposición post crisis hasta llegar a los valores previos fue de 111 meses. Otro de los tipos de mercados bajistas son los impulsados por acontecimientos (shocks externos) que en promedio producen caídas del -29%, con una duración de 9 meses y les cuesta recuperarse un plazo de 15 meses.
Por último, se encuentran los mercados bajistas cíclicos que en promedio producen caídas del -31%, duran 27 meses y les cuesta 50 meses poder volver al punto de partida (en el gráfico se pueden ver las bajas del índice Standard & Poor 500 de los 27 eventos más sobresalientes de la historia de Estados Unidos desde 1835 a la fecha agrupados según el tipo de crisis que ocasionó).
Tomando como alternativa que la pandemia producirá una crisis estructural, a continuación se observan cuáles fueron los efectos de este tipo de episodios: el derrumbe de Wall Street en 1929 duró 33 meses y sufrió una caída del -85%. La crisis inmobiliaria del 2008 duró 17 meses y sufrió una caída del -57% y la crisis de las tecnológicas en el 2000 duró 30 meses y sufrió una caída del -49%.
Si por otra parte, creemos que esta crisis generará un shock económico pasajero, se puede tomar como referencia otro evento de la historia económica mundial: el lunes negro del 87 que tuvo una duración de 3,3 meses y sufrió una caída del -34%.
En cuanto a crisis cíclicas propias de la economía se tiene como referencia la recesión de 1980 que tuvo una duración de 20 meses y una caída de -27% y la recesión de 1968 que tuvo una duración de 18 meses y una caída de -36%.
En la actualidad, la debacle en los mercados tuvo como efecto que desde comienzos del 2020, el índice Standard & Poor 500 acumulara una caída del -23%. Es una baja en los mercados más parecida al shock provocado en 1987 que a la gran depresión de los años treinta.
El aspecto sobresaliente aquí es que se desconoce los límites que puede alcanzar la propagación del virus en la población y este evento, el cual puede considerarse como un “Cisne Negro”, no tuvo antecedentes en cuanto a las políticas públicas a adoptar para salir de la crisis sanitaria y económica. Habrá que evaluar si el paquete fiscal impulsado por el Congreso norteamericano valuado en más de dos billones de dólares, alrededor del 10% del PBI nacional, tiene sus efectos positivos para enfrentar la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus.
En un mundo regido por las crisis comerciales entre Estados Unidos y China, las tasas de interés nulas de la Fed que ponen en jaque la eficacia de la política monetaria y la guerra de precios del petróleo que sufrió la mayor caída desde 1991, los inversores están alerta ante la evolución de la pandemia y sus efectos en la economía real. La historia económica, escribirá un nuevo capítulo para saber si se está al borde de un precipicio económico o si por el contrario, se generara una ola de reactivación productiva. Las cartas está echadas, solo resta esperar.