Desde que fue creada en el año 1955 es la primera vez que a la policía del Chubut la dirige “un clan”. Y debe ser la única policía en el país que –increíblemente– es gobernada por tres hermanos: Miguel Gómez, el jefe de la institución; Paulino, el máximo responsable de la Seguridad de la provincia, de él dependen todas las dependencias policiales de Chubut. Y Beatriz Gómez, la jefa del Área Finanzas, quien tiene a su cargo el manejo de todo lo que paga y compra la repartición.
El “poder” que tiene este clan –con el dominio de todo y sin dejar nada librado al azar—se fortalece aún más con el respaldo que les da ser “los incondicionales” del controvertido ministro de Seguridad Federico Massoni.
A los Gómez, por ejemplo, nadie los controla y sus decisiones son “palabra santa”, hasta para Néstor “El Tero” Gómez Ocampo, el subjefe de Policía que ha venido perdiendo protagonismo desde que salió a la luz lo de su relación amistosa con Omar “El Cura” Segundo, el empresario narcotraficante condenado a 9 años de prisión por un cargamento de más de 100 kilos de cocaína, que le encontraron en 2013 en su empresa pesquera de Puerto Madryn.
Así las cosas, los hermanos Gómez creen tener el poder absoluto en la policía del Chubut. Manejan el destino de los cientos de hombres que integran la fuerza, la economía, y hasta se arrogan la decisión, cuando les conviene, de no cumplir las leyes: tal como quedó en evidencia en los casos de violencia policial que hay sido denunciados ante la Justicia.
Si cumplieran con la Ley policial, por ejemplo, los Gómez no deberían tener relación de jerarquías y tampoco podrían tener a su cargo el manejo de áreas vitales de la institución –como la de las finanzas, por ejemplo– y controlarse ellos mismos.
Lo peor de todo esto es que nadie lo denuncia y que ningún organismo de control del Estado evite que un clan de tres hermanos, algo pocas veces visto en el mundo, tenga el control total de una de las instituciones más sensibles e importantes de la provincia.