La marejada del fin de semana avanzó mucho más en la costa de Playa Magagna y en esta oportunidad el mar estuvo a solo un metro de las casas, aunque en algunas de ellas el agua ingresó en el interior y quedaron al borde del desmoronamiento. Una en particular quedó con una de sus esquinas «colgada» en el aire ya que el mar socavó el terreno debajo de la construcción.
Ahora los vecinos no pueden entrar sus vehículos a la cuadra y volvieron a pedir nuevamente al Municipio cumplir con la asistencia de ripio y colocar contención para terminar con la problemática, como podrían ser piedras o murallones, ya que canastos con piedras que se instalaron años atrás no sirvieron y hoy están todos destruidos.
La problemática del avance del mar en Magagna viene de muchos años atrás. En una oportunidad se colocaron canastos con piedras en la costa pero el mar, inclusive con mareas bajas, los fue destruyendo y quedó descartada su efectividad. El último fin de semana el mar avanzó unos dos metros y medio y terminó de destruir la calle frente al mar por la que ingresaban los vehículos.
No obstante lo elocuentes que son las imágenes, el vecino Román Porcel de Peralta, graficó en charla con EL CHUBUT sobre los difíciles momentos que pasaron con esta última marejada, que llegó con el agua hasta el interior de las casas y el mar golpeó muy fuerte y estuvo a solo un metro de llegar a golpear de lleno con sus olas.
Asimismo relató que el municipio se comprometió hace algunos meses a enviar un camión de ripio para rellenar, pero que aún no se concretó. Aunque esa solo sería una medida paliativa. En la cuadra que tiene su casa viven también unas siete familias más. Según relató de la marejada última, «el viernes estuvo complicado y el sábado más aún, incluso ingresó agua a las casas», dijo, así como también que el Taller de Guitarra que funciona en su casa, quedó en el aire», lamentó. «Una marejada más de estas y se me va con el agua», sostuvo.
El hombre describió que «nosotros en julio trajimos máquinas con ripio, lo pagamos nosotros y se lo comió todo el mar. El Municipio siempre dice que viene, pero no llega», asumió, y pidió «piedras como las de la playa o murallones que paren un poco el agua. Hubo canastos con piedras que se iban rompiendo hasta con las mareas bajas y creo que sólo quedó uno a medias. El resto no quedó ninguno, solo rollos de alambres tirados».
En esa cuadra son ocho familias con las casas frente al mar y este último fenómeno dejó el terreno desmoronado a 20 centímetros del portón de su vivienda, a partir de lo cual el terreno queda erosionado.
Por otro lado, «los vehículos los dejamos afuera, a una cuadra, si los dejábamos en el patio no los podíamos sacar y si los dejábamos afuera había posibilidades que se los lleve el agua. Ahora no los podemos entrar porque está todo comido por abajo y por ahí pisas con el vehículo y se desmorona todo el terreno», consideró.
En esta oportunidad, el mar avanzó dos metros y medio, en una extensión de unos setenta metros que corresponden a la cuadra donde viven las ocho familias mencionadas. En el lugar, sostuvo Porcel de Peralta, unos vecinos hicieron unos murallones grandes que pagaron de forma particular y allí no tuvieron inconvenientes, «a nosotros que no los tenemos, nos comió todo, en general a todos, pero nosotros somos los más afectados», concluyó.