Diego Armando Maradona recibió el alta clínica y dejó el sanatorio de Olivos donde fue operado el pasado 3 de noviembre de un hematoma subdural, para continuar con un tratamiento ambulatorio en una casa ubicada en un barrio cerrado de Nordelta.
Maradona, de 60 años, dejó la Clínica Olivos minutos antes de las 18 a bordo de una ambulancia, ante buena cantidad de medios que registraron su salida y un puñado de curiosos, y arribó a Nordelta a las 18.35, donde también se hicieron presente algunos hinchas para recibirlo.
El capitán del seleccionado argentino de fútbol campeón en México 1986 continuará su recuperación en una casa acondicionada del barrio cerrado Villanueva, de Nordelta, tal como lo anunció en la mañana su abogado, Matías Morla.
La nueva locación para Maradona se eligió de acuerdo con la cercanía de su entorno, en especial de su hija Giannina, quien vive a pocos minutos de allí.
Maradona obtuvo el alta clínica y no médica, debido a que no sale curado del «cuadro de abstinencia» por su adicción al alcohol, sino que deberá continuar el tratamiento de manera ambulatoria.
«Diego pasó el momento más duro de su vida. Fue un milagro detectar el derrame que le pudo quitar la vida y eso se dio debido a la gran intervención de su médico Leopoldo Luque, quien ya había visto el edema en septiembre pasado», dijo Morla en las primeras horas del día.
Las visitas a Maradona serán selectivas. El propio Morla confirmó que habrá un listado con las personas autorizadas para verlo y que el mismo Diego determinará quién y cuándo podrá hacerlo.
El médico personal de Diego, Leopoldo Luque seguirá de cerca la evolución del entrenador de Gimnasia y Esgrima La Plata, que retornaría a esa actividad una vez que esté recuperado «al ciento por ciento», vale decir sin apuro y con pasos firmes a cada momento.
El recorrido de Maradona hasta este traslado empezó el lunes 2 de este mes, cuando fue internado en la clínica Ipensa, de La Plata, cercana a su residencia anterior en el barrio cerrado Campos de Roca, del partido de Coronel Brandsen, a donde se había ido a vivir para estar cerca del predio de Abasto en el que entrena Gimnasia.
Ese primer día, el propio Luque avisó que no se le había podido realizar una tomografía computada porque el aparato recién estaría funcionando adecuadamente al día siguiente, y fue entonces cuando se le detectó el hematoma subdural que generó su traslado a la clínica Olivos ese mismo martes, para ser operado a las 21.30.
Esa intervención se extendió por espacio de 55 minutos y fue considerada «exitosa» por Luque, el neurocirujano de 39 años que siguió su evolución observando «notables mejorías» hasta el jueves.
Pero ese día el panorama cambió y lo que parecía un alta inminente se transformó en la aclaración de que «va a seguir internado varios días más», según advirtió Luque después de informar que Diego ya estaba recuperado de la operación, pero ahora padecía «un cuadro de abstinencia».
Y efectivamente esa permanencia se prolongó por espacio de cinco días más, hasta que hoy efectivamente abandonó la Clínica Olivos, pero recuperado de la intervención quirúrgica y no de la esa abstinencia que necesitará un tratamiento más prolongado, en el que el afecto de quienes lo rodean será también tan importante.
Fue ayer cuando se cumplieron 19 años del 10 de noviembre de 2001, un Día de la Tradición casi simbólico, que marcó en el calendario la despedida que el fútbol le ofreció a Maradona en la Bombonera, en esa jornada en la que enarboló otra frase de su cuño que pasó a la historia: «la pelota no se mancha».
Hoy Diego ganó otro partido, pero su «campeonato» sigue, y ahora tendrá que salir otra vez a la cancha para ganarlo.