Cuando uno es funcionario público está expuesto a críticas y acusaciones. Y eso es lo que no entienden Massoni –el cuestionado ministro de Seguridad de la provincia– ni ninguno de los miembros de la cúpula policial que integran el séquito que lo sigue a todas partes. Cada uno tiene algo por qué rendir cuentas o dar explicaciones a la sociedad, pero rehúyen esa obligación. Se hacen los tontos pero a la vez subestiman a los ciudadanos, los creen estúpidos y amnésicos.
“El Tero” Gómez –subjefe de Policía—es otro claro ejemplo de ello. Un hombre con un pasado turbio, denunciado, investigado y hasta expulsado de la fuerza por el extinto gobernador Mario Das Neves que volvió casi dos años después por obra y gracia de supuestos “padrinos” políticos y del Poder Judicial que lo pusieron en un cargo que a todas luces no se merece.
Pero él, como Massoni y los otros Gómez que gobiernan la policía se enojan y denuncian sentirse ofendidos cuando alguien que hace periodismo sin concesiones les recuerda algún chanchullo o les muestra algún “muerto que tienen en el placar”.
Lo que los malvados no alcanzan a comprender es que vivimos en una sociedad chica, en la que todos nos conocemos. En donde todo se sabe, tarde o temprano. Y a Massoni en las últimas horas le dieron un claro ejemplo de ello: en medio de una de esas apariciones en las que pretende mostrarse como implacable paladín de la justicia, alguien en la popular red social de Facebook le atribuye un grave delito por el que como funcionario público debería dar explicaciones ante la sociedad.