En estos días es intensa la procesión de buques que navegan por el Pacífico rumbo al estrecho de Magallanes. El caladero ubicado frente a Ecuador deja de ser redituable y las flotas comerciales buscan llegar al punto de mejor concentración de calamares del momento: el área perpendicular al golfo San Jorge.
Apenas fuera de la Zona Económica Exclusiva de nuestro país, en la conocida milla 201, la actividad de los pesqueros extranjeros no está alcanzada por las reglamentaciones locales. Sin embargo, las oportunidades de llenar sus bodegas son mejores dentro del sector argentino.
La profundidad cambia y el negocio se vuelve más favorable en las millas 196 o 197. Empieza allí el problema de la pesca ilegal, con perjuicios para la Argentina estimados en mil millones de dólares. Y adquiere por eso una vital importante el operativo de vigilancia y control de los recursos naturales.
Con una combinación de medios navales, aéreos y electrónicos, más un fundamental análisis de datos intenta el Estado desalentar esa irregular práctica. Cuando se detecta la infracción, comienza entonces un operativo de búsqueda y captura con unidades de la Armada y la Prefectura. Las autoridades de esas fuerzas consideran que este año cuentan con mayores alternativas para resguardar los intereses económicos nacionales.
«Lo primero que ven ahora esos barcos cuando cruzan el estrecho de Magallanes es a la corbeta Granville y entienden que no están solos, que se los observa, fotografía y se registran sus datos, sienten con esa acción la presencia soberana del Estado», explicó uno de los principales oficiales que en el Edificio Libertad sigue el derrotero diario de esas embarcaciones.
El primer día de este año expuso que la concentración de barcos será bastante nutrida en las próximas semanas en la habitual zona de pesca. El reporte de ese día en los despachos oficiales indicó que 105 buques están en ese lugar, mientras que 43 navegan desde el sur hacia esa zona y otros 50 llegan desde el este. Esperando el paso en el estrecho de Magallanes se encuentran otras 23 embarcaciones y 77 pesqueros avanzan por el Pacífico. Otros se sumarán en las próximas semanas. La mayoría de esos barcos lleva bandera china, pero también hay embarcaciones que responden a empresas coreanas, españolas, portuguesas y de otras nacionalidades.
A diferencia de la situación de gran movimiento de la flota extranjera, ese día solo se registró la navegación de 14 pesqueros argentinos, la mayoría en posiciones cercanas a la costa.
En la zona de la concentración de buques pesqueros navegó en los últimos días también el destructor La Argentina, pendiente que esas embarcaciones extranjeras no arrojasen sus redes en la Zona Económica Exclusiva de nuestro país. Ese buque de la Armada se turna en la vigilancia con un guardacostas de la Prefectura y las unidades de superficie cuentan con el apoyo del reconocimiento aéreo efectuado por un Beechcraft B-200 y un Tracker.
«La tarea de control de los espacios marítimos, al ser una actividad mucho más amplia que la cuestión específica de la pesca, es una responsabilidad de la Armada», indicaron importantes oficiales navales.
La Armada y la Prefectura se complementan este año en las tareas de patrullaje en forma más intensiva después de un acuerdo firmado el pasado 21 de octubre entre el ministro de Defensa, Agustín Rossi, y la ministra de Seguridad, Sabina Frederic.
Ambos funcionarios hablaron en los últimos días sobre l problema de la pesca ilegal. Rossi destacó la capacidad que tendrá la Armada a partir de la incorporación de uno de los patrulleros oceánicos y la construcción de otras unidades de esas características, mientras que Frederic hizo referencia a la importancia que tiene la protección de los recursos estratégicos. Funcionarios de ambos ministerios desarrollaron el pasado 4 de diciembre un encuentro especial para intercambiar opiniones y coordinar esfuerzos frente a la pesca ilegal.
Más allá del acuerdo a nivel ministerial, las propias fuerzas conducidas por el vicealmirante Julio Guardia y el prefecto general Mario Farinón iniciaron, según cuentan oficiales, un proceso de acercamiento para limar antiguas desconfianzas, intercambiándose información de inteligencia táctica y con personal embarcado en las unidades de la otra fuerza.
«Ahora el diálogo operativo es directo», cuentan en uno de los comandos que siguen los movimientos de los pesqueros extranjeros.
Un ingreso bajo vigilancia
Ese control que empieza cuando los pesqueros cruzan el estrecho de Magallanes no implica que pueda impedirse la navegación de esos buques hacia el caladero fuera de las aguas bajo protección argentina. La Convención del Mar no permite interrumpir el tránsito, aunque se tenga elevadas sospechas que muchas de esas embarcaciones cometerán la infracción de pescar en la zona no autorizada por nuestro país. Deben ser descubiertos en el momento del hecho para que puede llevarse adelante una captura.
La tarea que desarrollan los medios de superficie y aéreos es por ahora preventiva y de recolección de importantes datos para identificar a cada pesquero. Todo barco utiliza un sistema de posicionamiento, una especie de baliza de GPS que permite determinar su ubicación como a manera de un seguro naval para el caso de que necesite apoyo o rescate.
Ese sistema de identificación automático (AIS, en su sigla en inglés) es una forma cooperativa de rastreo. Una de las tareas de la corbeta Granville es, mediante la observación visual, ratificar que coincida el registro que aparece en las computadoras a bordo -replicada de la información de los centros de comando navales- con la identificación de matrícula pintada en cada pesquero. No le llamaría la atención a los oficiales de la Armada encontrar irregularidades en ese aspecto. Es que el AIS puede servir tanto para ser «ubicable» como para volverse un fantasma.
«Uno de los trucos que hacen los pesqueros cuando están en la milla 201 y levantan redes para entrar en la Zona Económica Exclusiva es apagar el AIS. Se meten dos o tres millas nada más, pero la diferencia en la pesca es allí considerable. Por eso se estudia el comportamiento de cada pesquero y con diversas variables, entre ellas el apagado y encendido del AIS, se determina lo que denominamos Buque de Interés para hacer un seguimiento más cercano», contó un integrante del almirantazgo.
Análisis de datos
El Servicio de Análisis Operativo, Armas y Guerra Electrónica de la Armada desarrolló un sistema de análisis llamado Pollux que toma en cuenta el historial conocido de cada buque para definir que pesquero tiene un particular comportamiento que deriva una posibilidad de captura. En ese sistema se integra también la información satelital entregada por la Conae, que puede posicionar los barcos que no actúan en forma cooperativa.
«Ese sistema permite definir una trazabilidad del movimiento de los barcos, que la justicia puede usar para consolidar los argumentos en un pedido de captura internacional que se cumple cuando el barco llega algún puerto», explicaron oficiales navales.
Una orden judicial en ese sentido posibilitó que el año pasado, en la anterior temporada de pesca, un buque chino decidiese no arriesgarse a quedar amarrado en algún puerto en espera de resolver una disputa en el tribunal argentino y su capitán se presentó a pagar la multa por la infracción de pesca.
Otros dos barcos pesqueros habían sido atrapados directamente por la acción de las unidades de superficie que los detectaron dentro de la Zona Económica Exclusiva. En ese caso también debe pagarse el gasto del operativo de captura y la escolta al puerto.
Con la reforma dispuesta en octubre pasado al Régimen Federal Pesquero, la ley 24.922, las autoridades esperan que este año las potenciales multas produzcan un efecto disuasivo en la flota fondeada en la milla 201. Es que se actualizaron los montos de las penas y de los $ 10.000.000 que debían pagarse por esas infracciones se pasó a $ 160.000.000.
La autoridad de aplicación que determina si se da intervención a la Justicia por una infracción es la Subsecretaria de Pesca y Agricultura, cuyos técnicos están embarcados en las unidades de la Armada y la Prefectura para inspeccionar los permisos de los pesqueros.
En los últimos días se conoció la información que un buque de la Guardia Costera de los Estados Unidos navegará por el área donde se ubican los pesqueros extranjeros. Al igual que esos barcos de múltiples banderas, el navío norteamericano puede desarrollar actividades libremente en la milla 201, pero dentro de la Zona Económica Exclusiva argentina solo puede transitar, como cualquier otro barco.