os tiroteos masivos de la última semana han vuelto a activar el debate sobre el control de armas en Estados Unidos y prometen poner a prueba el capital político del presidente Joe Biden, decidido a incluir el tema en una agenda cada vez más ambiciosa de cambios estructurales en el país.
Los 18 muertos que dejaron en total los ataques de este lunes en un supermercado de Boulder (Colorado) y del pasado 16 de marzo en varios salones de masaje asiáticos en Atlanta (Georgia) han forzado al Gobierno de Biden a centrar energías en uno de los debates más convulsos y estériles de la política estadounidense: el control de armas.