Brasil se aproxima al colapso de su sistema público de salud, con más de la mitad de los estados del país al límite de su capacidad, mientras crece la presión para que el presidente Jair Bolsonaro tome medidas drásticas para contener la explosión de contagios.
El Ministerio de Salud reportó este martes un nuevo récord diario de fallecidos asociados a la covid-19, con 1.641 muertes en las últimas 24 horas.
El país vive su peor momento de la pandemia desde que el 26 de febrero de 2020 registrara el primer contagio, coincidiendo además con la irrupción de la variante amazónica (P.1), más transmisible, según estudios preliminares.
Desde noviembre, la curva de casos y fallecidos crece de forma preocupante, pero ha adquirido tintes dramáticos en los últimos 40 días, periodo durante el cual la media diaria de muertes no ha bajado del millar.
Brasil es, junto a Estados Unidos y la India, uno de los países más afectados por el coronavirus SARS-CoV-2, al contabilizar más de 257.000 decesos y 10,6 millones de casos, según datos oficiales.
UCI AL LÍMITE EN MÁS DE LA MITAD DEL PAÍS
Si en la primera ola la evolución de la pandemia en este país de dimensiones continentales y con 212 millones de habitantes era heterogénea, en esta segunda, más virulenta y letal, el SARS-CoV-2 ha puesto en jaque a más de la mitad del país al mismo tiempo.
El índice de ocupación de las unidades de cuidados intensivos del sistema público sanitario supera el 80 % en 19 de los 27 estados brasileños, con un matiz: son cada vez más los jóvenes con cuadros graves.
«El riesgo de colapso existe y ya lo estamos observando en varias regiones del país», afirmó a Efe el médico Carlos Starling, consultor científico de la Sociedad Brasileña de Infectología (SBI).
Después de meses de flexibilización, los Gobiernos regionales y municipales han endurecido las medidas de distanciamiento, como el cierre de negocios no esenciales y toques de queda nocturnos, a fin de evitar el colapso ocurrido en enero en Manaos, capital del estado de Amazonas.
MÁS CASOS, PERO MENOS CAMAS
Amazonas, donde surgió la nueva variante y cuya estructura hospitalaria ha sido históricamente precaria, vio desbordado su sistema sanitario en cuestión de semanas. Faltó hasta oxígeno.
Desde entonces, cientos de pacientes con covid-19 fueron trasladados a otros puntos del país para recibir tratamiento.
Ahora, otros estados van camino de ese escenario, como Santa Catarina y Minas Gerais, que ya han tenido que transferir a varios de sus pacientes a otras regiones de Brasil ante la falta de lugares en sus hospitales.
«La perspectiva no es buena. Lo que vimos en Manaos ciertamente lo vamos a ver en otras regiones de Brasil», advierte Starling.
La segunda ola llega además en un momento en el que se han reducido paulatinamente el número de camas de terapia intensiva financiadas por el Ministerio de Salud. También son pocos los hospitales de campaña que aún quedan en pie.
En diciembre había 12.003 camas UCI para la covid-19 financiadas por el Gobierno; en enero, 7.717, y en febrero, que acabó como el segundo mes con más muertes por la enfermedad en Brasil, 3.187, según datos del Consejo Nacional de Secretarios de Salud (Conass).
AUMENTA LA PRESIÓN SOBRE BOLSONARO
La entidad, que reúne a los 27 responsables regionales de las áreas de salud, exigió en la víspera la adopción de «medidas inmediatas» a nivel nacional para hacer frente «al peor momento de la crisis sanitaria», entre ellas un toque de queda nocturno, el cierre de bares y playas, y la suspensión de actividades presenciales educativas y deportivas.
El presidente Bolsonaro, que se niega a reconocer la gravedad de la pandemia y acostumbra a criticar cualquier tipo de restricción, aún no se ha hecho eco públicamente de ese llamado, pero sí lo ha hecho el vicepresidente, Hamilton Mourao.
Mourao afirmó este martes que «no sirve» imponer «algo nacional» en un país tan grande como Brasil porque sería imposible hacerlo cumplir y el Gobierno, según dijo, no es una «dictadura».
Asimismo, declaró que la población está «cansada» de restricciones y apostó por acelerar la campaña de vacunación.
Sin embargo, la inmunización, que empezó a mediados de enero, avanza lentamente y hasta la fecha solo ha recibido la primera dosis un 3,2 % de la población.
LA P.1 PUEDE ESQUIVAR LOS ANTICUERPOS DE LA CORONAVAC
Especialistas consultados por Efe creen que detrás de esta explosión de casos y muertes puede estar la nueva variante P.1, presente en al menos 17 de los 27 estados del país.
En la última semana se han publicado tres estudios preliminares que advierten de la peligrosidad de este nuevo linaje, que parece ser más transmisible, infecta con una carga viral hasta diez veces mayor, y es capaz de sortear los anticuerpos generados por una persona previamente contagiada.
Además, científicos de la Universidad de Sao Paulo (USP) y la Universidad de Campinas (Unicamp) sugirieron que la P.1 puede escapar de los anticuerpos que genera una vacuna desarrollada a partir del virus inactivado, como la del laboratorio chino Sinovac, conocida como Coronavac, la más utilizada en Brasil.
«Eso significa que cinco meses después de la vacunación, la persona podría infectarse de nuevo, pero no necesariamente desarrollará la enfermedad, pues los anticuerpos producidos no son el único factor de protección de la vacuna», indicó a Efe José Luiz Proença Modena, profesor de virología de Unicamp y coordinador de la investigación, apoyada por la Fundación de Amparo a la Pesquisa de Sao Paulo (Fapesp).
Los resultados fueron obtenidos a partir de una pequeña muestra de ocho pacientes que recibieron las dos dosis del inmunizante chino durante los ensayos clínicos de la fórmula y aún necesitan ser contrastados por otros miembros de la comunidad científica.
Carlos Meneses