A solo 70 kilómetros de la pujante ciudad de Buenos Aires, la pobreza muestra su rostro más bochornoso en Argentina: habitantes pobres de los suburbios intentan cocinar para sus hijos descalzos usando leña.
En la humilde barriada situada en la localidad de Manzanares no hay electricidad, gas ni agua corriente. Los chicos juegan con juguetes de la basura al lado de viviendas sin puertas, edificadas con restos hallados en las calles.
«La pobreza te lleva a eso (…) Ya no llegás a tener derecho a nada. Ya perdés todo, hasta la dignidad”, dijo a Reuters Aida Mariela Unayche, una desempleada de 43 años con estudios secundarios completos y dos hijos adolescentes.
«Acá se vive el día a día. No sabés lo que va a pasar mañana, no sabés si llegas o no para comer», añadió Unayche, que vive de donaciones y de los restos que encuentra en la basura.
Tras años de una feroz crisis económica, los sectores pobres de Argentina sufrieron con la pandemia un tropiezo que, lejos de revertirse, podría ahondarse este año con la segunda ola de coronavirus en el país.
La pobreza alcanzó al 42% de la población a fin del año pasado y, sin perspectivas de una abrupta mejora económica a la vista, solo los subsidios estatales evitan que la mayoría de la clase baja caiga en la indigencia.
“El precio de los alimentos es el problema más crítico en Argentina. O sea, la gente hace changas, actividad informal, tiene trabajo y además va al comedor para poder estirar, para poder llegar a fin de mes”, dijo a Reuters el Ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
Antes de la pandemia, ocho millones de argentinos recibían asistencia alimentaria, una cifra que en la actualidad creció a 10 millones.
El Ministerio de Desarrollo Social tuvo en 2020 un presupuesto de US$ 2.591 millones para paliar los efectos de una pandemia que en el país acumuló 2,5 millones de casos y provocó casi 58.000 muertes, en medio de una lenta vacunación. En 2021 podría haber políticas adicionales.
«El primer año de pandemia fue re-difícil, me quedé sin trabajo. Yo trabajé siempre de empleada doméstica y fue todo muy de repente: mi esposo también quedó sin trabajo y todos mis hijos. Fue muy duro para todos», relató María Núñez, una desocupada de Manzanares de 42 años y 10 hijos.
Algunos expertos consideran a Argentina uno de los países con más amplia asistencia estatal de Sudamérica, pero la situación dista mucho de ser ideal.
Gran parte de los subsidios sociales se financiaron con una emisión monetaria que alimentó el alza de precios, que es uno de los ejes del problema. Tras una recesión iniciada en 2018, Argentina crecería un 6,7% este año, con una inflación del 46%, según los analistas consultados por el banco central.
Con una economía en crisis y dificultades de financiamiento, el Gobierno de centroizquierda de Alberto Fernández apuesta a contener la pobreza de cara a las elecciones de medio término de octubre, en los que buscará hacerse de una mayoría absoluta en el Congreso.
Entre los sectores bajos de los suburbios de Buenos Aires se encuentra la mayoría de los votantes del Gobierno.
«Los sectores sociales más postergados son con quienes el Gobierno está más acostumbrado a lidiar, porque se trata de un Gobierno peronista y ahí están sus bases electorales más sólidas», señaló el analista político Facundo Nejamkis.
Fuente: América Economía