Chubut

“No se olviden de nosotros”: perdió su casa y a sus perros por los incendios y cuenta el drama después del fuego

A más de tres semanas de las llamas que arrasaron con todo, en el paraje Las Golondrinas de Lago Puelo, Eugenia asegura que el panorama es incierto. “Me quedé sin nada y en la calle siguen tirados los cables y los postes”, cuenta la víctima de una de las historias más dramáticas de la zona.

Eran las 19.20 del martes 9 de marzo. Eugenia Fagnan estaba de visita en Buenos Aires, por el cumpleaños de su sobrino, pero todo se derrumbo en segundos. A esa hora exacta, vio por un grupo de WhatsApp que los incendios en Lago Puelo, Chubut, amenazaban la zona donde se encontraba su casa, en el paraje Las Golondrinas. Cargó el auto y sin pensarlo emprendió el viaje hacia el Sur. A las 4 de la mañana llegó el llamado que no quería recibir: las llamas habían arrasado el hogar que con todos sus ahorros había logrado construir.

Hoy, a más de tres semanas del hecho que en minutos se llevó su única vivienda, junto a cientos del lugar y miles que integran la Comarca Andina, asegura que “aún siguen los cables tirados” y ella y los damnificados requieren ayuda inmediata. Eugenia es el testimonio que representa la desolación después de haber perdido, como tantas personas en la región, parte de su vida. Con la angustia y la impotencia aún latentes, habló con Infobae para contar cómo es seguir adelante tras el fuego.

“Nos sentimos olvidados. Ya pasaron más de 20 días”, se lamenta la médica cirujana del Hospital de El Bolsón. Los incendios más peligrosos fueron contenidos luego de un arduo trabajo de los bomberos y brigadistas, junto con un gran despliegue de recursos, pero muchos de los vecinos de Las Golondrinas, aquellos que vieron como sus hogares se hacían cenizas, reclaman que todavía no tienen luz. “Estamos sin servicio. Se calcula que vamos a estar meses sin electricidad, hay toda una población afectada. Hay mucha gente sin agua también”, remarca Fagnan.

“En donde estaba mi casa siguen tirados en la calle los cables, los postes y los transformadores. Entendemos que reparar esto no es sencillo, pero necesitamos una solución ya porque algunos vecinos se quedaron viviendo arriba sin nada y tienen urgencias”, reitera.

Desde el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF) detallaron que entre el 1 de enero y el 29 de marzo hubo 74.781 hectáreas arrasadas en todo el país. El 9 de marzo, diversas localidades de la Comarca Andina empezaron a arder y rápidamente el desastre se expandió en siete focos en simultáneo. En el paraje ubicado a 300 metros del centro de Lago Puelo, para 300 familias ese fue el inicio de un verdadero drama.

A los tres muertos y miles de animales que perdieron la vida en la Patagonia, sumado a los incalculables daños materiales, se le agrega el presente de habitantes que perdieron todo y no encuentran las respuestas solicitadas. Durante estos días Eugenia vive en la casa de un amiga, en Villa Turismo, El Bolsón, en el límite de Río Negro y Chubut, pero alerta que muchos hoy no tienen un sitio en el cual esperar que el panorama mejore.

“Necesitamos que arreglen el tendido eléctrico y ver qué plan tienen para que todos lo que perdimos nuestra casa podamos reconstruir algo de lo que teníamos. Hay gente más complicada que otra. Yo conseguí que me presten una casa pero algunos no tienen dónde vivir, o deben pagar un alquiler. Muchos tenían herramientas en las casas, son artesanos, productores, y perdieron absolutamente todo. Ahora tienen que ver cómo seguir”, afirma, dirigiendo su mensaje a las diferentes administraciones gubernamentales intervinientes.

En Chubut fue enviado a la Legislatura provincial un proyecto de ley que busca regularizar la situación dominial de terrenos dañados en la cordillera con el fin de hacerse efectiva la ayuda que Nación dispuso para las víctimas. Así buscan transferir 580 hectáreas de Lago Puelo, actualmente propiedad de la provincia, donde existe bosque implantado y también nativo, para que desde la Comuna se avance con el proceso. Con la transferencia de tierras, a través de la Secretaría de Hábitat nacional, podrían ofrecer una solución a través de módulos de rápida construcción.

En ese sentido, Fagnan se encarga de agradecer a las distintas personas de la localidad y alrededores que se acercan continuamente a aportar materiales y, por otro lado, pide una mayor presencia del gobierno local. Si bien entiende que se conformaron mesas de trabajo para seguir avanzando, y en su caso encontró una solución transitoria para dormir bajo un techo, los tiempos apremian y su historia sigue siendo dramática: mientras ese fatídico día regresaba en dirección al Sur con el objetivo de hacer lo posible para mantener su hogar a salvo, su vecino le confirmó en pleno traslado que las llamas se habían llevado todo.

“Me quedé sin mi casa y sin mis mascotas”, se lamenta. “Mis dos perros habían quedado a cargo de mis amigas, que iban a casa a alimentarlos, pero todo pasó muy rápido. Cuando subí, ya no había nada”, relata hoy con dolor.

Los incendios en la región son moneda corriente durante el verano y se repiten cada año. Calor, sequías, planificación insuficiente y reiterados errores humanos conforman un combo fatal. A diario el trabajo de los bomberos se complementa con la cooperación de los pobladores, ya capacitados para sumarse a las tareas ante los desastres.

Esta vez, pese a las previsiones, las familias se vieron sorprendidas por la magnitud de las llamas. Eugenia así lo manifiesta: “Este incendio fue voraz, no dio tiempo a nadie. Tampoco hay mucho sistema, no hay grandes avionetas o helicópteros. Habitualmente se queman los bosques, se han incendiado las viviendas en otras ocasiones, pero este fue de los más grandes y de los que más casas consumió”.

La entrevistada detalla a Infobae carencias en Las Golondrinas: “Una de las teorías es que los cables de luz tocan contra las ramas de los árboles y eso genera un chisporroteo. Ese extendido no está mantenido. Sería bueno tener un cableado subterráneo. También hay problemas con la red de agua, en Golondrinas se toma del Arroyo Corbata. Y son habituales los cortes de luz”.

La médica cirujana vivía en Buenos Aires pero hace ocho años decidió mudarse a la Patagonia. Hace tres había empezado la construcción de su casa y la habitaba junto a su madre desde el 2019. Estaba por asegurarla, pero no llegó a concretar el trámite. De todas formas, ella, trabajadora de la Salud, intenta ver el futuro con esperanza.

“Ahora la idea es organizarnos, juntar dinero y edificar de nuevo. Primero hay que reforestar porque quedaron hectáreas y hectáreas de bosque quemado”, recalca. En zonas forestales de Chubut y Río Negro persisten algunos focos ígneos activos que las autoridades anuncian como controlados. Por estas horas, Eugenia redobla esfuerzos en el Hospital de El Bolsón, enfrentando la pandemia del coronavirus. Mientras, espera, dispuesta a no bajar los brazos, el comienzo de una necesaria reconstrucción.

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