El presidente Alberto Fernández planteó este miércoles ante un foro del G20, que «urge repensar» una «nueva arquitectura financiera internacional» y volvió a postular la «necesidad» de un marco multilateral para la reestructuración de la deuda de los países de renta media ante el «riesgo generalizado de crisis de deudas externas en los países en desarrollo».
«Urge repensar -y lo hacemos a través de esta iniciativa- una nueva arquitectura financiera internacional que brinde una respuesta multidimensional a estos problemas tan íntimamente relacionados», subrayó Fernández y consideró que el «rol y el nuevo dinamismo que la realidad impone sobre los bancos de desarrollo será clave para la reconstrucción de la post pandemia».
Así lo afirmó al hablar esta mañana, con un mensaje grabado, en el segmento de alto nivel de la Cumbre de Finanzas en Común 2021, en el marco de las actividades de la presidencia italiana del G20, previo al desarrollo de la Cumbre de Roma de fines de octubre.
Fernández viajará a fin de mes a Italia para participar de esa cumbre, un foro que reúne a las principales economías del mundo y las naciones en desarrollo y que tendrá como eje central la salida de la pandemia por coronavirus, y luego, irá a Escocia para intervenir en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), según informaron a Télam fuentes oficiales.
La Cumbre de Roma será la 16ª reunión del G20 a nivel de Jefes de Estado y de Gobierno y, a diferencia de la realizada el año pasado en Arabia Saudita -fue virtual-, ésta será nuevamente presencial.
El evento se celebrará en Roma, el 30 y 31 de octubre, con la participación de los líderes de los países integrantes de ese bloque mundial y de sus homólogos de los países invitados y de los representantes de algunas organizaciones regionales.
En su mensaje de este miércoles, Fernández sostuvo que el debate «se entabla en momentos en que una triple crisis de pandemia, cambio climático y deuda golpea duramente a los países de renta media como Argentina».
Desde su asunción, el Presidente encaró una negociación -que aún continúa- con el Fondo Monetario Internacional para el pago de la deuda externa contraída por la gestión de Mauricio Macri, y en reiteradas oportunidades afirmó: «No voy a firmar con el FMI algo que dañe a los argentinos».
En su intervención de esta mañana en el foro mundial, Fernández analizó que «enfrentamos» el «riesgo de una crisis generalizada de deudas externas en los países en desarrollo que se abate sobre el planeta».
«Por eso -planteó-, apoyamos la idea de impulsar un acuerdo multilateral inclusivo y sostenible, capaz de abordar de manera acabada las cuestiones referidas a la reestructuración de las deudas soberanas».
En esa dirección, el primer mandatario analizó que la «prórroga de la Iniciativa de Suspensión de Servicios de Deuda producida por el G20, si bien valiosa, es una medida provisoria que no resulta suficiente».
«No ataca de forma definitiva la impostergable necesidad de alivio y reestructuración de deudas insostenibles. Necesitamos en particular un marco multilateral para la reestructuración de la deuda de los países de renta media, cuya falta supone un verdadero vacío dentro de la gobernanza financiera internacional», advirtió Fernández.
Por ello, apuntó que «en vísperas de la Cumbre de Líderes del G20 -el 30 y 31 de octubre-, alentamos la ampliación del nuevo Marco Común para el Tratamiento de la Deuda del G20 a países de ingresos medios con vulnerabilidades».
Al respecto, celebró la «ampliación y distribución de los Derechos Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional, iniciativa que abre la puerta para una esperanza. Lo que un año atrás era impensable, hoy es una realidad».
Además, puntualizó que el «nuevo destino de los Derechos Especiales de Giro debe orientarse a nutrir un gran pacto de solidaridad global que incluya a los países con alta vulnerabilidad climática, socio productiva y financiera».
«Un pacto -describió- con un nuevo espíritu de solidaridad, que permita extender los plazos para atender los pagos de los endeudamientos y la aplicación de menores tasas bajo circunstancias de stress social, sanitario, financiero y ecológico».
Fernández, en ese aspecto, celebró también «toda iniciativa del G7 y sus miembros que apunte a la cesión voluntaria de los DEGs hacia economías de mayor vulnerabilidad, independientemente de su ingreso».
Propuso «impulsar sistemas de financiamiento sostenibles que promuevan mecanismos de pago por servicios eco sistémicos», como postuló recientemente de cara a la cumbre de clima climático de Glasgow, y expresó que el concepto de deuda ambiental y el canje de deuda por clima, es otro paso virtuoso que tenemos que impulsar».
Asimismo, acerca de la Cumbre del G-20 de fines de octubre, sostuvo que «se torna necesario profundizar el debate sobre el nuevo Impuesto Mínimo Global, para que favorezca puntualmente a las economías emergentes y contribuya a una acción de desconcentración de riqueza».
«Esta urgencia de reordenamiento de la arquitectura financiera internacional -puso de relieve Fernández- supone también revisar los mecanismos negativos que propician paraísos fiscales, fuga de divisas, ámbitos de opacidad que cobijan actividades ilícitas de narcotráfico, terrorismo y criminalidad organizada».
También lanzó la idea de «recrear finanzas éticas y sostenibles» que «va de la mano de un incremento de las políticas de ambición climática» y afirmó que «no existe la crisis climática alejada de la crisis social y de la crisis financiera».
«Esto supone pensar en un nuevo multilateralismo ambiental, que evite todo intento de discriminar a los países más pobres con barreras supuestamente ecológicas», enfatizó el jefe de Estado.
En paralelo, advirtió que el «mundo evidencia ya una recuperación a dos velocidades, lo que implica que, una vez más, muchos quedarán atrás» y observó que «si queremos evitar las consecuencias catastróficas que dicha brecha generará en un mundo post pandémico, debemos trabajar para construir un nuevo multilateralismo».
«El tiempo es ahora. El reloj de la historia está corriendo. Sin justicia financiera global, no habrá justicia ambiental global ni, mucho menos, justicia social para todo el planeta», concluyó Fernández.