Bronca o resignación, estallido o solamente protestas pacíficas. Esas son algunas de las incógnitas planteadas en una provincia de Chubut totalmente convulsionada desde la tarde y la noche de ayer cuando la Legislatura aprobó con 14 votos la habilitación minera con la zonificación en la Meseta. El fantasma de Mendoza que hizo retroceder la Ley 7722, e hizo tambalear al gobierno mendocino, merodea las calles y las plazas chubutenses.
No se esperaba la sesión relámpago y oculta bajo siete llaves que finalmente terminó aprobando la zonificación en la Legislatura chubutense. Era una posibilidad, se sabía que podía suceder, pero nadie podía asegurarlo.
Las manifestaciones estaban previstas para la tarde/noche de ayer en casi todas las plazas, calles y rutas de la provincia. Poco después de las 20 horas llegó la confirmación por las redes sociales de que el proyecto de zonificación iba a tratarse esa misma noche.
Los manifestantes comenzaron a expresar su repudio en la propia Legislatura y en el resto de la provincia. La primera respuesta social pareció no ser suficiente para que los diputados «convencidos» dieran marcha atrás.
En Rawson se produjeron corridas y luego se desató la represión. Cartuchos de gases lacrimógenos y balas de goma poblaban las calles de la capital provincial. Hasta la madrugada se denunciaba la detención de por lo menos cinco manifestantes, algunos de los cuales no se sabía a donde habían sido trasladados.
Lo que se presagia como el primer round donde el poder político, el lobby pro minero y las propias mineras obtuvieron una victoria largamente buscada y anhelada desde hace años.
La aprobación de la zonificación minera no solamente debe entenderse como la habilitación de la minería a cielo abierto en la Meseta chubutense, sino que tiene un contenido de fondo aún más profundo y ejemplificador.
Apunta a asestarle un duro golpe al movimiento antiminero de Chubut, ese que nació en Esquel hace casi 20 años y se fue extendiendo a toda la provincia. Derrotar a Esquel y al No a la Mina que impulsan los sectores ambientalistas es un mensaje ya no solo para la provincia, sino que busca extenderse a todo el país y el mundo.
«Contra las mineras y el poder que las cobija, no se puede; tarde o temprano el germen de la resistencia será derrotado». Ese parece ser el claro mensaje que se intenta imponer por estas horas y días en Chubut.
Este round, que parece ser el primero de una nueva batalla que tiene dos décadas de desarrollo, apunta no ser sólo eso; es el arranque de algo que nadie sabe en que derivará y menos aún en qué terminará.
Cuando la rebeldía, la bronca y la indignación se corporizan en miles que resisten en las calles nadie puede saber qué es lo que inicia y menos aún a dónde va a terminar; aunque no menos cierto es que también puede haber pequeños focos de resistencia y sea la resignación la que termine dominando la escena de las conclusiones por venir.
El ejemplo de lo sucedido en Mendoza cuando se repudió el avance sobre la Ley 7722 es un fantasma que recorre Chubut desde las primeras horas de anoche. Los mendocinos hicieron retroceder al gobierno Rodolfo Suárez y lo que había sido una victoria del lobby prominero, se reconvirtió en otro germen de resistencia que la retransformó en una victoria pírrica.
Hacia donde marcha Chubut es una historia por escribirse en un final de año que se preanuncia como caliente y convulsionado, más aún con un gobierno provincial que viene de perder las elecciones y salir cuarto en las urnas.
¿El poder político y económico se abroquelará para defender una habilitación minera buscada desde hace 20 años?, esa es una pregunta que posiblemente encuentre una respuesta satisfactoria; pero todo dependerá de lo que hagan y hasta dónde estén dispuestos a llegar los movimientos sociales con su resistencia.
Ya no sólo esta en juego la zonificación, la minería y el avance sobre el movimiento del No a la Mina; en Chubut se abrió un proceso impredecible que inclusive pone en juego la gobernabilidad, la continuidad de la actual gestión arcionista y el futuro de la clase política dirigente de la provincia.
Asegurar que la victoria obtenida en favor de la minería ya es una sentencia votada y archivada, es cuanto menos exagerado. Afirmar que la resistencia popular dará por tierra con la zonificación, también lo es. Anticipar que Chubut se transformará en un ejemplo del avance minero y que la gobernabilidad podrá encausar ese triunfo, es otro panorama absolutamente incierto.
El futuro y el presente se esta escribiendo con mayor intensidad desde anoche, el final es abierto y nadie puede presagiar cómo y cuándo concluirá. Lo que esta en juego es mucho más que la minería en sí misma y el costo político quizás aún no haya sido dimensionado por la clase dirigente. Sea cual sea el resultado, nada volverá a ser igual en Chubut.