Y finalmente el futuro llegó. El aumento desmedido del nivel del mar, deshielos, fenómenos meteorológicos extremos, pérdida de la biodiversidad, incendios forestales, refugiados climáticos y precarización de las condiciones de vida. Todo esto está pasando y son las consecuencias del calentamiento global.
Ayer fue el Día Internacional contra el Cambio Climático pero ya no hablamos de cambio: hoy desde la comunidad científica internacional ya hablan de “crisis climática” por la urgencia y la gravedad de la situación. El IPCC demostró que la temperatura media de la Tierra es ahora 1,1°C más elevada que a finales del siglo XIX. Esto pone a la Tierra en riesgo de cruzar seis «peligrosos» puntos de no retorno climáticos.
Si se cruzan estos puntos, podrían desencadenar un cambio significativo en la manera como operan los sistemas de la Tierra, afectando los océanos, el clima y los procesos químicos, algunos de los cuales podrían ser «irreversibles”. Es decir, la ruptura del sistema se convierte en un círculo vicioso donde ya sólo se puede hablar de adaptación y no de mitigación.
Limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C nos ayudaría a evitar los peores impactos climáticos. Sin embargo, si seguimos con las emisiones actuales, se prevé que el calentamiento global alcance unos 3,2°C para finales de siglo.
Las actividades humanas son la principal causa de generación de los gases de efecto invernadero. Por eso, más allá de nuestros cambios de hábitos individuales, es importante que hoy tomemos conciencia e impulsemos a nuestros gobiernos a que adopten políticas públicas necesarias para hacer frente a la crisis climática actual.