Infobae visitó a Érica Frydlender en su casa del barrio Butaló de Santa Rosa, y el jardín de infantes al que asistió el chico asesinado.
El Tribunal de Santa Rosa anunció que este viernes al mediodía se conocerá la pena que recibirán Magdalena Espósito Valenti y Abigail Páez, consideradas culpables del asesinato del brutal crimen de Lucio Dupuy, cometido en noviembre de 2021, una muerte que fue el resultado de una larga lista de tormentos a manos de la madre del chico y su ex pareja. La pena pedida por fiscalía y querella para ambas acusadas es la de prisión perpetua. Poco después, Infobae visitó la casa de la familia Páez, en el barrio Butaló de la misma ciudad.
Allí, viven Susana Érica Frydlender, madre de Abigail y un hermano de la acusada. “No tengo nada para decir, váyanse”, respondió el hermano, mientras preparaba su moto con su mochila de delivery a cuestas.
Segundos después, el hermano de Páez alertó a su madre, sobre la presencia de periodistas en el barrio. La madre de Abigail confrontó a este periodista: irritada, dijo estar “harta” de la prensa y se negó a hablar. “Váyanse y no me filmen porque llamo a la policía”, aseveró: “Estoy cansada de los periodistas. Basta”.
Este medio, que se retiró del lugar ante el pedido, simplemente había llegado para conocer su opinión de cara a la audiencia en donde Páez podría ser condenada, ya que la madre de la asesina había hablado con anterioridad con Infobae y otros medios nacionales. Pero en esta oportunidad, y sin mediar explicación, diez minutos después, dos oficiales de la Comisaría Sexta de la capital pampeana llegaron al lugar a bordo de un patrullero. Los uniformados exigieron identificación a este cronista. Luego, sin inconvenientes, se retiraron.
Días antes, Frydlender, había conversado con este medio. Aseguró que la situación la atravesaba, se refería a Lucio como “su nieto”. “Estoy mal”, sintetizaba, mientras afirmaba que su hija “está donde tiene que estar”.
La abuela de Lucio enfrentó la violencia online de diversos usuarios de redes sociales. Una mujer, incluso, llegó a acusarla de ser “cómplice” del crimen de Lucio y hasta publicó la dirección exacta de la casa de la familia Páez. Frylender, de 45 años, no enfrentó ninguna imputación en el expediente. Mientras tanto, sus vecinos recuerdan al chico asesinado.
“Es tremendo lo que pasó. Yo conocí a Lucio, porque lo solía ver en el barrio, pero a la madre casi nunca la vi”, dice Mirta, que reside a la vuelta de los Páez. El niño iba a la salita de 4 del jardín de la Escuela 27, en Unanue y Las Jarillas, a tres cuadras del domicilio de Frydlender. Por ese motivo, Lucio estaba con frecuencia en la casa de la madre de Abigail.
“Acá nunca pasa nada, es todo super tranquilo”, le cuenta a este medio Hugo, otro vecino del barrio. Si bien no conoció a Abigail, está al tanto del crimen de Lucio y no duda al responder: “Siento vergüenza cuando vienen los medios a Santa Rosa a preguntar por este caso aberrante”.
“La tuve que bloquear de Facebook”, dice una vecina del Butaló que conoció a una de las asesinas de Lucio. “A su mamá y hermanos si los cruzo, no sé si los saludo”, agrega la señora con la voz trémula. Los vecinos saben los detalles del caso, pero se inhiben cuando la prensa les pregunta sobre su antigua vecina. “Las tienen que poner en cárceles separadas y que estén presas para siempre”, opinó Marcos, que vive en Los Molles, uno de los pasajes del barrio, desde hace 34 años.
Cuando se conoció la noticia del crimen de Lucio, el barrio enfureció. Tras una marcha masiva, un grupo de vecinos quemó dos patrulleros, precisamente en la Comisaría Sexta, donde estaban detenidas Paéz y Espósito Valenti. El lugar también fue apedreado.
En la audiencia de ayer, la fiscal Verónica Ferrero pidió que ambas acusadas sean condenadas a prisión perpetua porque, frente a los delitos cometidos, el Código Penal prevé solamente esa pena.
El abogado querellante Mario Aguerrido, que representa a la familia Dupuy, se sumó al planteo y le añadió el requerimiento de que la pena sea de reclusión por tiempo indeterminado, una alternativa que prevé el artículo 52 del Código Penal. Lo fundó, entre otras razones, en la extensión del daño provocado a “un chico absolutamente vulnerable”, agregando que la muerte de Lucio fue el final de un proceso de maltrato infantil.
Por su parte, la defensa oficial de las acusadas le pidió al tribunal que cuantifique la pena que le correspondería a Páez, por entender que si se aplicase la prisión perpetua –con las normas vigentes hoy en el país– “solo saldrá de la cárcel con su muerte, ya que actualmente la pena perpetua es material y literalmente perpetua”. Además, solicitó que esa cuantificación sea la mínima por la falta de antecedentes, y afirmó que la Corte Suprema ya fijó la inconstitucionalidad de la reclusión por tiempo indeterminado.