La historia se constituye con el patrimonio de los pueblos, de las naciones. Las vivencias particulares construyen historias que, a través de las generaciones incorpora distintos matices logrando –con innumerables e incomprobables relatos- convertirse en historias fantásticas. Justamente en esa categoría se ubica una historia que navegó miles de millas, desde el lejano oeste norteamericano hasta el oeste chubutense, en Cholila.
Allí, en esa hermosa localidad cordillerana, en los primeros años del siglo 20 se afincaba el comodoro John Perry, quien llegó a esas lejanas tierras del continente americano persiguiendo a los bandoleros asalta bancos más temible de la época, Butch Cassidy y Sundance Kid y su banda, prófugos de la Justicia norteamericana.
Con escasos datos de comprobación fidedigna, pero con incontables relatos orales, se construye una historia asombrosa, para la época y para estas latitudes. Era el año 1903.
“Es la historia de mis abuelos, somos dos nietos que quedamos Ernesto Perry (de 82 años) y yo Rolando, (de 80). Los únicos nietos directos que quedamos del comodoro John Perry y Bertha Shewell” señala con emotivas palabras, Rolando, en diálogo con Radio del Mar, vecino de Cholila, orgulloso de un legado que inspiró numerosas libros y películas, aunque no conoció a su abuelo paterno el sheriff (comisario) ya que falleció en 1943, justo el año de nacimiento de Rolando.
A principios del siglo 20, la velocidad de las noticas y del traslado náutico no era el que actualmente conocemos. Por esos tiempos, decidir emprender una persecución desde Estados Unidos hasta las poco exploradas tierras del sur de América conllevaba –cuanto menos- un entendimiento que quizás implicara un no retorno, por las distancias, por el destino inhóspito elegido, entre muchas otras variables.
“En 1903 mi papa tenía 7 años y llegó con ellos (los abuelos) junto a dos hermanas más y todos fallecieron en Cholila (excepto John que murió en Santa Fe). Mi abuelo era detective de la agencia Pinckerton de EEUU. Era la agencia y el ejercito los que combatían a los pistoleros…era como el FBI de ese momento”, cuenta Rolando.
Esa agencia de detectives tenía un desafío importante al encomendar a un sheriff la persecución de bandoleros que habían huido al sur de América. Desde Crocket partiría hacia la Patagonia John Perry y su esposa, quienes quizás se embarcaron desde el puerto más cercano en Houston hasta llegar al puerto de Comodoro Rivadavia. “A la cordillera se fueron en carro, en esos carros grandes –cuenta Rolando- De ahí se afincaron en Cholila buscando a los bandoleros porque sabían que estaban en Cholila, les habían pasado el dato. Estaban Sundance Kids, Butch Cassidy y la maestra Ethel Place (novia de Butch). Vinieron buscando a los bandoleros y se encontraron con ellos, estuvieron pidiendo datos y campaneando. Los pistoleros eran rápidos para el ganado y les encontraron unas 600 cabezas de ganado en Ñorquinco”, describe Rolando.
En la vecina Santa Cruz, los bandoleros también dejaron sus rastros, en Rio Gallegos y tras sus peripecias escaparon a Bolivia, donde fueron ultimados.
“Coco” Perry, es un apasionado por el relato que lo posiciona en un relevante –pero poco reconocido- fragmento de la historia chubutense.
Mientras Rolando hilvana los retazos de su historia, trae las vivencias a una geografía reconocida. “Los bandoleros se escaparon, andaban a todos lados.
Asaltaron Laussen y en la zona de Rada Tilly se dice que pararon en la zona de los vagones un par de días y después donde había una plantación de uvas”.
Destino definitivo
Unas siete familias del mismo origen norteamericano junto a John y su familia se instalaron definitivamente en Cholila. Cultivaron la tierra y criaron animales. John integró la policía de Chubut en la división “Botas Rojas”, “los más bravos de ese tiempo, ya no era John sino Juan Comodoro Perry”.
Pero lamentablemente, los Perry ya no conservan fragmentos de esa historia fantástica. Donde se emplazaba la casa original, actualmente hay planes de viviendas. La casa de John y Bertha no fue rescatada como patrimonio local, sus tumbas están en Cholila.
Tras las huellas de Butch y Sundance, a la localidad cordillerana llegaron historiadores de Estados Unidos relevando esos eslabones de un relato muy importante para los norteamericanos.
En Cholila, un par de oradores directo aun cuentan “su historia”, Ernesto y Rolando, los herederos del sheriff que buscó justicia y persiguió a los ladrones más famosos de América.
Cholila y Trevelin, con vestigios del sheriff
En la gran travesía de recorrer los mares hacia el sur, la comitiva norteamericana contuvo a varias familias que se aventuraron a viajar a Patagonia. En el barco también llegó la abuela de Rolando, de apellido Jones “pero el Jones norteamericano” aclara, cuyo nombre también es homenajeado en una calle de Trevelin. Pero ese será fragmento de otro relato de la historia patagónica.