A dos meses de las elecciones presidenciales, la tensión subió varios niveles en la noche del martes en Argentina, con decenas de detenidos tras saqueos a comercios en el extrarradio de Buenos Aires y acusaciones del gobierno a Javier Milei, el sorprendente ganador de las primarias.
«Esto es una operación armada por la gente de Javier Milei que tiene como objetivo generar desestabilización», dijo la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, en redes sociales, en medio de una noche de desconcierto para el gobierno. «Esta película ya la vimos un montón de veces», insistió Cerruti, que acusó a los afines a Milei de «profundamente antidemocráticos».
Al menos tres supermercados de la cadena española Día fueron atacados y saqueados en diferentes poblaciones de las afueras de la capital argentina, en un contexto en el que fueron vandalizados y destrozados varios otros en Buenos Aires y en provincias como Neuquén, Mendoza y Córdoba. La policía detuvo a 56 personas, una cifra relativamente baja si se tiene en cuenta la cantidad de comercios destrozados y personas involucradas en los saqueos.
Los hechos se sucedieron una semana después de la devaluación del peso en un 22 por ciento, que detonó un fogonazo inflacionario en un país que tiene ya un 120% de inflación anual y una pobreza superior al 40 por ciento.
La devaluación se produjo una semana después de la victoria de Milei, un ultraliberal populista, en las primarias presidenciales con un 30% de los votos, contra el 28,7 de la coalición Juntos por el Cambio (JxC), que tiene como candidata a Patricia Bullrich, y el 27,7 de Sergio Massa, ministro de Economía y candidato del peronismo. Las presidenciales se celebrarán el 22 de octubre.
Desde tempranas horas del día, con el clima político enrarecido y el precedente de saqueos en los últimos días y horas en otras ciudades del país, el gobierno instaló la idea de que los saqueos están «armados» e impulsados por intereses políticos. Bullrich, la candidata de la oposición social-liberal nucleada en JxC, lo ve de otra manera.
«Hay la sensación de que nadie está gobernando, de que la gente está sola, eso genera un efecto contagio. Casi 16 años de kirchnerismo transformaron a la Argentina en un país fuera de control y los resultados están a la vista».