La semana pasada, conocimos al calamarete, un pequeño animal que puede ser visto en las aguas chubutenses. Ahora es turno del pez diablillo, un escurridizo ejemplar del cual no muchos sabían que existía.
El pez diablillo (Helcogrammoides cunninghami) se distribuye desde el sur hasta la Patagonia central en Argentina y el Pacífico Sur en Chile. Es un animal pequeño, de hasta seis centímetros, y del cual no se tiene mucha información.
En la Patagonia es muy abundante y fácil de observar en arrecifes de poca profundidad. En la zona del intermareal se lo puede encontrar dentro de las pozas, gritas, debajo de las piedras y en áreas con vegetación.
Suele permanecer inmóvil y desplazarse en movimientos rápidos y cortos. Al contrario del clínido suele ser curioso con lo cual podemos observarlo y fotografiarlo bien. La forma de depredación es pasiva y al acecho.
Su alimentación es muy variada, consta principalmente de anfípodos e isópodos, aunque en menor medida también se alimenta de moluscos como gasterópodos, bivalvos, ostrácodos y quitones, además de cangrejos, poliquetos, erizos y hasta peces muy pequeños.
Tiene un patrón de coloración de tonos rojos, la aleta dorsal dividida en tres partes y presenta la primera espina de la primera altea dorsal larga y que, en machos especialmente, se encuentra más alargada o filamentosa, en forma de penacho.
El vientre se encuentra desnudo, sin escamas. Posee un número variable de cirros por encima de los ojos y fosas nasales, estos últimos suelen ser simples, y rara vez ramificados. Los juveniles son muy llamativos porque presentan un cuerpo casi transparente con los ojos y pedúnculo de la aleta caudal de un negro intenso.
Algunos ejemplares en determinadas épocas del año tienen una coloración muy vistosa, lo cual nos hace suponer que es una especie con dimorfismo sexual en que los machos realizan algún tipo de cortejo a las hembras.