La visita a la Argentina de la general Laura Richardson, jefa del organismo del Pentágono dedicado a América Latina y el Caribe, no pasó desapercibida. En una gira de alto voltaje político, viajó a Ushuaia –donde se reunió con el presidente Javier Milei– y encabezó en Buenos Aires la donación de un avión de transporte C-130 Hércules para Argentina. Durante su estadía, dejó trascender sus temores por la actividad de China en la región.
No es la primera vez que DEF mantiene un mano a mano con la general Richardson. Al principio de su gestión, en su primer viaje a Argentina en 2022, ya nos había expresado en exclusiva su preocupación por la estación espacial china en Bajada del Agrio, Neuquén.
Además, durante la charla, se mostró muy confiada en la posibilidad de avanzar en la transferencia de nuevo equipamiento militar para las Fuerzas Armadas de Argentina, más allá de la compra de los cazabombarderos F-16 daneses y la donación del avión de transporte C-130 Hércules.
En particular, se mostró entusiasmada con la posibilidad de la adquisición de 250 vehículos blindados 8×8 Stryker y de la instalación de una planta para su mantenimiento en el país.
Modernización de equipos militares argentinos
-¿Qué evaluación hace de su viaje a Argentina, especialmente de la visita a Ushuaia?
-Este viaje ha sido fantástico. Estoy muy emocionada porque he sentido que podemos asociarnos mucho más y hacer un mayor trabajo en equipo de lo que estábamos haciendo. He estado en Argentina tres veces, pero esta es mi primera vez con la nueva administración. Vine para reunirme con los líderes, para entender cuáles son los desafíos y qué es lo que les gustaría hacer.
Me siento muy honrada de poder representar a las Fuerzas Armadas estadounidenses en esta región, donde nos centramos especialmente en la cooperación de seguridad. Muchos piensan que lo militar es el “poder duro”, pero creo que lo que tengo que hacer en el Comando Sur de los Estados Unidos con las 28 democracias iguales en la región [N. de R.: los países que entran en la órbita del Comando Sur] es centrarme también en el “poder suave”.
-¿En qué canales se expresa ese “poder duro”?
-En lo que llamamos “ventas militares extranjeras” y artículos de defensa de exceso. Por ejemplo, el avión C-130 Hércules que donamos. Argentina alquilaba ese C-130, pero ahora se transfirió directamente. Otro caso es el de los aviones F-16. Una de las principales prioridades de Argentina es modernizar a sus fuerzas militares. Hay mucho equipamiento antiguo que no ha sido modificado y esa es claramente una de las cosas con las que Argentina quiere avanzar. Estamos muy entusiasmados por eso.
-¿Hay otros programas similares a futuro?
-Sí, por ejemplo, para los vehículos blindados Stryker, y para los aviones P-3 y King Air para patrulla marítima, que Argentina está necesitando. De hecho, me reuní con el comandante naval en Ushuaia. Tiene dos buques de tamaño medio y cuatro más pequeños para el puente a la Antártida, y eso es todo.
Es la puerta de entrada al Continente Blanco, un área enorme en la que tienen que realizar tareas de búsqueda y rescate, y no tiene ningún helicóptero. Tenemos que ayudar con eso. En ese sentido, tenemos listas de necesidades que el ministro Petri priorizará.
-¿Y en cuanto al “poder blando”?
-Cuando hay temas que no puedo resolver yo, veo quién puede ayudar con una mirada interagencial. Hicimos que el director de la NASA, Bill Nelson, viniera aquí el año pasado. Le pedí que viniera porque creo que hay muchas cosas que podríamos hacer en el área espacial. Así fue como viajó a Brasil y a Argentina, y se firmó el Acuerdo de Artemis.
También viajé un par de veces con la secretaria de Comercio, Gina Raimondo. Cuando hablo de instrumentos de poder nacional, pienso en el acrónimo DIME: Diplomacia, Información, Militar y Economía. Creo que la seguridad económica hace a la seguridad nacional.
El secretario de Defensa, Lloyd Austin, invitó a la secretaria de Comercio –quien hizo un gran trabajo legislativo con la llamada Chips Act– a una conferencia de comandantes en mayo pasado. Y pensé: “La necesito a ella en el hemisferio occidental”. Así que fui a verla y le dije lo que está sucediendo en torno a la inversión de otros países en la región y la necesidad de que EE. UU. invierta más.
Los vehículos blindados Stryker para Argentina
-¿Qué nos puede decir de los vehículos Stryker?
-El requerimiento para Argentina es de 250 de estos vehículos. Es un gran número, pero no se puede comprar todo a la vez. Pero se puede empezar con lo pequeño y, eventualmente, eso podría llegar a una dinámica general. Incluso, con una planta instalada en Argentina que ayude con los trabajos. Eso trae inversiones económicas al país e impulsa la cultura de mantenimiento para que el equipamiento esté listo y operacional. Porque podríamos avanzar en el intercambio de equipamiento, pero si se rompe y no funciona, eso no ayuda.
-¿Cómo se puede instrumentar esa ayuda para mantenimiento?
-Tenemos un programa nuevo que no existía la última vez que nos vimos. Estoy muy emocionada con él. Lo llamamos la Iniciativa de Mantenimiento Teatral Cooperativa (TMPI, por su sigla en inglés). Mi oficial de logística, mi J4, trabajó en esto por un año en el Comando Sur. Luego, fue enviado al Pentágono, donde estuvo tres o cuatro días exponiendo en 25 oficinas diferentes sobre los detalles de esa iniciativa.
Es un programa de siete años y necesitábamos dinero y recursos, por supuesto. Contempla, desde el nivel táctico –por ejemplo, un jefe de equipo en un helicóptero o en un avión, o un mecánico en un vehículo– hasta el ministro de Defensa, para ver cómo se programa un presupuesto para logística y sostenimiento. La idea es que no haya que esperar a que algo se rompa para tener que buscar las partes.