El aluminio es un insumo difundido que se usa en muchas industrias. En la Patagonia está la planta más importante del país. Cuál es su rol en el mercado y cómo transformó la localidad.
Podría apostarte que tenés al menos una cosa de aluminio en tu hogar, pero me pregunto también para qué apostar algo que ya sé que voy a ganar. No es divertido. Ya sea en el repelente que estás comprando para hacer frente al desabastecimiento del verano, la lata de cerveza o gaseosa que tenés en la heladera o el papel de aluminio para cocinar; este material nos rodea en la vida cotidiana. Ni que hablar si pensamos en la construcción y en el transporte, está en todos lados. Por eso, justamente, es un insumo difundido: se usa en muchas industrias.
Ahora bien, para llegar a eso, se pasa en una primera instancia por el mineral de la bauxita, del cual se obtiene la alúmina y por un proceso de electrólisis se alcanza el aluminio primario y posteriormente los lingotes, con los que se llevan adelante las transformaciones necesarias para preparar este bien en sus distintos formatos –lo que en el cuadro se llama semiterminados–.
¿Qué de todo eso se hace en Argentina? En nuestro país no tenemos depósitos de bauxita, que es la fuente más común de aluminio, aunque sí otras fuentes que no son explotadas por diversos motivos –por ejemplo, se evita generar un desbalance ambiental en las tierras ricas en hierro de Misiones–. Entonces, somos completamente importadores de alúmina, que proviene principalmente de Brasil y Australia. Todas las etapas siguientes se realizan en nuestro territorio, una parte importante con destino de exportación y otra para el mercado interno.
El otro mecanismo de obtención de aluminio es mediante el reciclado de chatarra y de los residuos de los procesos industriales de transformación. Lo bueno de esta vía es que requiere mucha menos energía que la separación de alúmina porque se evita el proceso de electrólisis y como los materiales de aluminio mantienen gran parte de la estructura útil para la industria luego de ser utilizados, la recuperación de estos bienes resulta muy eficiente. Enseñanza del news: conviene reciclar estas cosas. Por otro lado, acá se explica con detalle el proceso productivo.
Si nos adentramos en la cuestión nacional de la producción de aluminio, una pregunta válida es quiénes lo producen. Además, los insumos difundidos suelen estar bastante concentrados en pocas empresas productoras por la escala productiva que requieren. Esta no es la excepción: casi la totalidad del aluminio producido en Argentina es realizado por Aluar, una empresa privada de capitales nacionales, que surgió en los ’70 en el marco de un proceso de industrialización pesada.
Una de las particularidades de esta empresa es que su planta más importante no queda en el Gran Buenos Aires, ni en Córdoba ni en Rosario.
Por el contrario, queda en nuestro “lejano sur”: la Patagonia. Específicamente, en Puerto Madryn, provincia de Chubut.
Algo más que aluminio
La decisión de instalar la planta de Puerto Madryn no surge de un repollo. Uno de los problemas para pensar un desarrollo más justo de nuestro territorio son las enormes distancias que hay entre algunas provincias y los núcleos urbanos más importantes (más de 1.000 kilómetros en este caso hasta Buenos Aires). Entonces, te preguntarás por qué se instaló allí la planta.
Te decía antes que requiere mucha energía, que además debe ser constante porque el proceso de producción del aluminio no se puede frenar jamás –si no se rompen las cubas donde se hace la electrólisis– y, además, requiere importar constantemente la materia prima, que no se consigue en Argentina. Puerto Madryn queda a la altura de la desembocadura del río Futaleufú, capaz de albergar una represa hidroeléctrica para generar electricidad de forma constante y sustentable.
A su vez, queda también sobre el golfo, con aguas más tranquilas y de aguas profundas, facilitando la construcción de un puerto que pueda recibir y llevarse la materia prima y la producción respectivamente. Por último, como te comentaba, todo se empezó a hacer en los ’70, durante el gobierno de facto de Agustín Lanusse, en el marco de una idea de seguridad nacional que impulsó el desarrollo de zonas más alejadas de los centros urbanos y en busca de “poblar” la Patagonia. Para que te des una idea de la relevancia de esta idea, si bien la planta fue construída por la firma privada, el tendido eléctrico desde Futaleufú –más de 500 km hasta la ciudad–, la represa y el puerto fueron construidos y financiados por el Estado nacional.
Además del aluminio, otra cosa que requiere mucha energía y tiempo es la construcción de este medio que tanto disfrutás. Por eso, en la medida de tus posibilidades, nos gustaría que te sumes al círculo de Mejores Amigos, porque gracias a eso podemos lanzar nuevo contenido, como el podcast #ÚltimoRound de Juan Elman y Lucía Cholakian sobre las elecciones de Estados Unidos. Suscribite para recibir las notificaciones de los nuevos episodios.
Ahora bien, Madryn para 1971, antes de iniciarse la construcción, contaba con aproximadamente 5.000 habitantes. Tan solo 10 años después, con la planta ya en operación desde hace un par de años, la población alcanzaba los 20 mil. Ese ritmo de crecimiento se mantuvo con el correr de las décadas, configurando una ciudad completamente distinta a la de principios de los años ’70 y transformando a Madryn en una de las ciudades de mayor tasa de crecimiento poblacional del país.
Te imaginarás que una evolución de estas características no es indistinta para una ciudad, transforma la vida y la ciudad en su totalidad. Sobre eso mismo hablamos con Noelia Corvalán, profesora de la UTN, consultora independiente, expresidenta del Parque Tecnológico y viceintendenta mandato cumplido de la ciudad.
Lo primero que planteó es la fuerte presencia que tiene Aluar en Madryn, no solo por el empleo que genera –por encima de los 1400 trabajadores–-, también por las actividades de responsabilidad social empresaria que se plasman en distintas actividades organizadas o cofinanciadas junto a la intendencia. Allá por los albores del proyecto, también el rol de Aluar fue clave en la constitución de la ciudad, al construir viviendas, jardines, almacenes porque, al igual que sucede en otras ciudades pequeñas donde se instalan empresas grandes, las necesidades son muchas para recibir un aumento de la población de esas características. Un caso lejano, pero interesante para ver este tipo de innovaciones urbanas es el de Ford en Brasil, tratado hace un tiempo por Fer Bercovich en Trama Urbana.
Más allá de eso, Noelia Corvalán me plantea que en la actualidad no se trata sólo de los puestos generados directamente por Aluar, sino que hay una multiplicidad de proveedores que enriquecen aún más el panorama productivo de la ciudad. Si bien, al instalarse la planta Argentina no contaba con historia en el manejo del aluminio, por lo cual no había proveedores especializados –ni en Madryn ni en Argentina–, con el correr de los años fueron surgiendo algunos: por ejemplo, de servicios especializados para el mantenimiento de la planta y las maquinarias, así como también de servicios ingenieriles sofisticados, que en otras ciudades intermedias no existen.
Incluso, plantea Noelia, en los últimos años los proveedores de Aluar, que tenían aproximadamente un 90% de su facturación explicada por la productora de aluminio, comenzaron a diversificar sus actividades y clientes, por lo que en los últimos años esta dependencia fue disminuyendo.
Te preguntarás ¿qué pasa con la ciudad si la producción de aluminio cae? Por suerte, excepto en la pandemia, la producción de Aluar se mantuvo estable a lo largo de los años. La empresa exporta más del 70% de su producción, por lo tanto no depende exclusivamente del mercado interno –que sufre los golpes de las crisis recurrentes del país–. Además, como te decía antes, si la producción se frena, hay problemas graves con las cubas electróliticas, no es algo sencillo de hacer. Todo freno productivo está pensado y planificado, como mecanismos de mantenimiento, y no suceden aleatoriamente por cambios en el stock.
Pero, ¿es posible sumar más valor agregado al aluminio en Madryn? Una de las cuestiones que plantea Noelia es que, por lo general, muchos gobiernos han buscado que se fabriquen llantas de aluminio en la zona. Sin embargo, dados los costos logísticos de producir en el sur y trasladar la producción a los grandes centros urbanos la ecuación se vuelve imposible. Es decir, es complicado generar un derrame mayor aguas abajo en la propia ciudad, a diferencia de aguas arriba –los proveedores–-, ya que estos últimos tienen que estar cerca de la producción. Lo que sí se logró es desarrollar una planta de producción de tejos de aluminio para envases, de la empresa Exal Madryn. Por lo tanto, pese a que no es del todo sencillo, existe una mayor apropiación por parte de la ciudad de las capacidades generadas por Aluar.
Mucho más que un destino
Por si producir aluminio fuera poco, la economía de Puerto Madryn supera ampliamente a esa actividad: turismo, pesca y ciencia se destacan como las actividades más desarrolladas. De hecho, la excusa de esta entrega del news es que arrancó octubre, temporada alta de ballenas en Madryn.
Quizás uno de los puntos por los que es conocido ese destino es justamente por el avistamiento de ballenas que ocurre durante gran parte del año, pero que entre septiembre y noviembre es cuando más se ven, dado que es la época de apareamiento. Pero, además de esos meses, las playas son muy lindas y bastante mejores que las del resto de la Patagonia –por no decir de otras partes costeras también–, por lo que en verano la ocupación es bastante alta. Ello configura a Madryn como la región principal de Chubut en cuanto a plazas hoteleras y similares.
Más allá del turismo, otra de las grandes actividades de la zona es la pesca. Madryn es el segundo puerto pesquero más importante del país, con el 16% de los desembarques de Argentina, solo por debajo de Mar del Plata con 49%. El principal producto de la zona es el langostino, seguido por la merluza y el calamar –que son los productos marítimos más comunes del país–.
La pesca y el turismo marítimo también posibilitan la existencia de una amplia red de servicios para los barcos, por ejemplo talleres navales. Es decir, son actividades que tienen un efecto multiplicador, al menos en la escala de la ciudad. A lo que se suma, gracias a la existencia del puerto de aguas profundas que te mencionaba y de un entorno turístico rico, que Madryn es una de las paradas de cruceros internacionales en nuestras aguas.
Fuente: Cenital