TikTok multimillonarios de tecnología. Tras el cierre de TikTok en Estados Unidos, los rumores vuelan. Con la popular red social china clausurada en este país desde hoy domingo tras la decisión del Tribunal Supremo, que avala su cierre salvo si la empresa matriz vendiese la red social a una empresa estadounidense, han surgido informaciones que apuntan a que Elon Musk consideró comprar dicha aplicación.
Musk ya es propietario de lo que fue Twitter, comprada en 2022 y rebautizada como X. En los últimos meses, el empresario tecnológico y mano derecha del próximo presidente estadounidense ha sido criticado por utilizar la plataforma para promocionar partidos de extrema derecha en la política europea.
Pero, ¿qué significaría para el común de los mortales esta última incursión en las redes sociales? Expertos consultados por ‘Euronews Next’ afirman que la posible adquisición de TikTok por parte de Musk sería «inapropiada y peligrosa». Si la app, utilizada por millones de personas a diario, cayese en manos de cualquier multimillonario tecnológico, los apodados como «broligarcas», ¿cuáles son las posibles repercusiones?
El control de la información, en las manos de unos pocos oligarcas
Mark Zuckerberg (Instagram, Facebook, Whatsapp), Musk (X) y otros dueños de redes sociales tienen un «poder arbitrario» para manipular la forma en que el público obtiene su información «a una escala muy masiva» según Marc Faddoul, cofundador de AI Forensics, una organización europea sin ánimo de lucro que investiga el uso de los algoritmos.
Otros expertos coinciden en esta opinión. La concentración de este tipo de empresas en unas pocas manos significa que un puñado de multimillonarios decidirá qué se promociona o no en sus canales. Lo harán mediante la modificación de sus normas comunitarias o de sus algoritmos de visualización, como ya está ocurriendo en Estados Unidos. Esto impediría que haya un veradero desafío por parte de los ciudadanos, según Paul Reilly, profesor de Comunicación en la Universidad de Glasgow (Reino Unido).
Para Reilly, la reciente medida de Meta de eliminar la comprobación de datos para dar paso a las «notas comunitarias», en las que los usuarios se corrigen unos a otros, es un ejemplo de cómo pueden cambiar el discurso público. «A menudo promueven el absolutismo de la libertad de expresión, pero está muy mal definido», dice Reilly. «Siguen censurando opiniones cuando no están de acuerdo».
Por ejemplo, una investigación de Human Rights Watch descubrió que Meta estaba censurando voces palestinas y prohibiéndolas en Instagram y Facebook. Los algoritmos de las redes sociales también propagan las opiniones de estos «broligarcas»: «Provocan el enfado de la gente para que sigan apoyando a los partidos políticos afines a sus intereses empresariales», afirma Fiona Scott Morton, investigadora principal del ‘think tank’ europeo Bruegel. «El público está confundido, desinformado, enfadado y emocionado, por lo que decide votar a la extrema derecha», explica Morton.