La informalidad laboral sigue siendo uno de los principales desafíos estructurales del mercado de trabajo en Argentina. Actualmente, alrededor del 42% de los trabajadores ocupados no están registrados, lo que representa unos 8,8 millones de personas sobre un total de 21,1 millones. Este fenómeno no solo refleja precariedad en las condiciones laborales, sino que impacta directamente en el acceso a la seguridad social, los haberes jubilatorios y otros derechos básicos.
La informalidad laboral en Argentina supera el 40% y no deja de crecer
De acuerdo con los últimos datos relevados por Argendata, la informalidad laboral no ha dejado de crecer en los últimos diez años, después de un período de caída que se sostuvo entre 2003 y 2015. Desde entonces, el empleo asalariado formal prácticamente se estancó, mientras que los trabajos informales y no asalariados aumentaron, incluso durante etapas de crisis económica.
El informe muestra que 5,5 millones de personas son asalariadas sin aportes y otras 3,3 millones son trabajadores independientes no registrados como monotributistas o autónomos. En términos proporcionales, el 36% de los asalariados está en la informalidad, mientras que el 57% de los independientes no está inscripto legalmente. La brecha se amplía aún más entre los cuentapropistas (62%) y los pequeños empleadores o patrones (menos del 20%).
Sectores con mayor y menor informalidad
El fenómeno no afecta a todos los sectores por igual. Agro, gastronomía, servicio doméstico y construcción encabezan el ranking de informalidad, con niveles que superan el 60%. En el extremo opuesto, ramas como petróleo, minería y finanzas muestran una informalidad prácticamente inexistente, con tasas menores al 15%.
En el sector público, la informalidad es baja (menos del 10%), mientras que en el sector privado alcanza casi el 50%, aunque con grandes diferencias internas según la actividad económica.
Desigualdad territorial: el Norte Grande, el más afectado
La informalidad también varía significativamente según la región. Las provincias del Norte Grande —como Salta, Santiago del Estero y Tucumán— registran los mayores índices de empleo no registrado, con más de la mitad de sus trabajadores en situación informal. En cambio, la Patagonia y la Ciudad de Buenos Aires presentan los niveles más bajos: en provincias como Tierra del Fuego y Santa Cruz, la informalidad ronda apenas el 20%.
Estas disparidades están fuertemente ligadas al nivel de desarrollo económico, la estructura productiva y la concentración empresarial. Mientras las provincias del norte dependen de sectores primarios como el agro y tienen pocas empresas por habitante, en el sur del país predomina la presencia de grandes industrias con mayor capacidad de generar empleo formal.
Comparación internacional: por debajo del promedio regional, pero con desafíos
Con un 36% de informalidad asalariada, Argentina se ubica por debajo del promedio regional (43%), pero sigue mostrando un panorama desfavorable frente a países como Uruguay (10%), Chile (15%) y Brasil (24%). Este dato refleja que la informalidad no depende exclusivamente del ingreso per cápita. En realidad, influyen variables como la presión impositiva sobre el empleo, la normativa laboral y, sobre todo, la calidad del crecimiento económico.
De hecho, el informe señala que por cada 1% de crecimiento del PBI, el empleo formal en empresas crece solo un 0,7%, lo que equivale a unos 50.000 nuevos puestos. Esta dinámica demuestra que, si bien el crecimiento económico es necesario para reducir la informalidad, no alcanza por sí solo: se requiere un crecimiento con base productiva sólida, sectores que demanden empleo formal y políticas públicas que fortalezcan las instituciones laborales.