El caso registrado en Estados Unidos refuerza la importancia de la prevención y la investigación científica para enfrentar parásitos poco frecuentes, pero altamente peligrosos. La higiene de heridas y la atención médica inmediata son herramientas esenciales para reducir riesgos de contagio.
Un hecho inédito encendió las alarmas en Estados Unidos: autoridades sanitarias confirmaron el primer caso humano de gusano “barrenador”, un parásito que habitualmente afecta a animales, pero que en circunstancias excepcionales puede transmitirse a personas.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., informó que la enfermedad fue diagnosticada en un paciente que regresó desde El Salvador. Según el organismo, se trató de una miasis por gusano barrenador del Nuevo Mundo, detectada el 4 de agosto.
La infección no generó nuevos contagios y el paciente logró recuperarse favorablemente. De acuerdo con Radio Mitre, este episodio fue catalogado como un hecho histórico en la medicina estadounidense.
Cómo se contrae la enfermedad
El gusano barrenador, científicamente denominado Cochliomyia hominivorax, se transmite cuando la mosca deposita sus huevos en heridas abiertas del cuerpo humano.
Cada hembra puede poner hasta 300 huevos a la vez, que luego evolucionan en larvas. Estas larvas utilizan pequeños ganchos bucales para alimentarse de tejido vivo, lo que provoca lesiones profundas, dolorosas y de difícil cicatrización.
Síntomas y riesgos para la salud
La enfermedad derivada de esta infestación parasitaria es la miasis, y puede manifestarse con:
- Fiebre.
- Inapetencia.
- Depresión.
- Dolor intenso en la zona afectada.
En casos graves, si no se diagnostica y trata a tiempo, la infestación puede volverse mortal. Actualmente, no existe un medicamento específico para eliminar por completo este parásito, aunque sí hay tratamientos para aliviar los síntomas y retirar las larvas.
El impacto en animales y personas
El gusano “barrenador” es conocido como una de las plagas más destructivas, ya que no solo afecta a los seres humanos, sino que también causa daños severos en animales de cría y domésticos.
Su capacidad de alimentarse de carne viva lo convierte en un parásito de alto riesgo, cuya detección temprana resulta clave para evitar complicaciones mayores.